Me cogí a mi cuñado

Nunca pensé que mi vida en Buenos Aires tomaría este giro tan extraño. Diez años viviendo acá me habían dado un sentido de independencia que, por momentos, me hacía sentir cómoda en mi pequeña burbuja de rutina. Mi trabajo como abogada me absorbía la mayor parte del tiempo, y la soledad del departamento se había vuelto un refugio tranquilo.
Para continuar, me voy a describir. Tengo el cabello rubio y liso, que me gusta llevar suelto porque resalta mi rostro. Mis ojos son de un marrón claro, un poco pequeños y rasgados, lo que les da un aire de misterio. Mi boca es grande y carnosa, y muchas veces me dicen que es una de mis características más atractivas. Mis muslos son gruesos y musculosos, resultado de haber practicado hockey semi profesionalmente de chica. Desde que me mudé a Buenos Aires, he estado fortaleciendo mis piernas en el gimnasio, lo que me ha ayudado a tonificarlas aún más. Tengo una pequeña cintura que acentúa mi figura, junto con un culo redondo y compacto que siempre ha sido motivo de admiración. Mi torso es arqueado, lo que le da un toque elegante a mi postura. Mis hombros son redondeados, pero lo que realmente destaca son mis pechos: son grandes y firmes, con una talla de 100, lo que complementa mi figura. Mido 1,74 m, y con tacones, alcanzo fácilmente los 1,80 m, lo que me da una presencia imponente.
Todo cambió cuando Laura, mi hermana menor hace unos meses, me pidió quedarse unos días conmigo mientras se acomodaba con su novio, Lautaro. "Solo por un tiempo hasta que remodelen el departamento nuevo, Marce", me dijo. ¿Cómo negarme? Después de todo, es mi hermana, y aunque no conocía mucho al Negro (asi le dicen a mi cuñado), confiaba en que la convivencia sería breve y llevadera.
Los primeros días fueron normales. Laura estaba entusiasmada con la mudanza, y el Negro parecía ser un tipo simpático. Nos reíamos en las cenas y, a pesar de lo pequeño que era el departamento, la situación fluía bien. Sin embargo, con el paso de los días, algo empezó a cambiar. No podía evitar notar cómo Lautaro me miraba. Al principio, lo desestimé, pensando que eran ideas mías, pero las "casualidades" empezaron a acumularse.
Una noche, como a las dos de la madrugada no podia dormir, entonces me levanté para ir hasta la cocina y cuando abro la puerta de mi dormitorio escucho unos quejidos del dormitorio de ellos, inmediatamente me di cuenta de que estaba pasando.
Lo primero que hice fue cerrar la puerta y hacer de cuenta que no pasaba nada, pero la curiosidad puede mas, asi que muy despacio abrí mi puerta y la de ellos estaba apenas abierta me acerque muy despacio y vi como mi cuñado Lautaro la tenia a perrito a Laura y la estaba matando a pijazos, las tetas de Laura se movian hacia delante y atras y ella le decia: "pará por favor negro no doy más pará.
El negro se ponía como loco más le daba y para colmo en un momento le dice veni parate contra la pared como a mí me gusta que te la voy a dar por el culo. Para mi asombro Laura pegó un salto de la cama, se paro con las manos contra la pared y arqueó la espalda parando la cola(que la tiene de maravillas) cuando el negro se paró tras ella y de costado le abrio las nalgas con sus dos grandes manos ahi le vi la pija; por dios que pedazo de carne tiene el hijo de puta entre las piernas, senti un solo grito de Laura y en ese momento no aguante mas y me encerre en mi dormitorio no aguantaba mas mi calentura y ahi me quede hasta no escuchar mas los gritos, gemidos de placer y dolor de Laura.
Cuando me levante a la mañana ellos estaban desayunando y todo fue muy tranquilo y normal. Hablamos de mil temas y todo como si nada habría pasado. Mi hermana se fue a trabajar.
Mientras preparaba el mate, él pasó por detrás mío y me rozó la cintura de una manera que no fue inocente. Mi cuerpo se tensó automáticamente, pero él no hizo ningún comentario, como si todo hubiera sido sin intención. Claro, ¿cómo iba a decir algo? No podía armar una escena, no quería incomodar a Laura ni arruinar lo poco que habíamos construido.
Esa tarde Laura fue a fijarse como seguían las obras en el departameto y mi cuñado se había ido a buscar trabajo. Al rato vino y quedamos a solas. El silencio entre nosotros se sentía pesado. Traté de mantenerme ocupada, pero él se acercó con una conversación casual que terminó desviándose.
—¿Como te fue? le pregunté
—Dijeron que me iban a llamar, la verdad que no entiendo mucho el manejo de acá de Buenos Aires
—Es cuestión de asentarse - le contesté
—Che, Marce, ¿te acostumbraste rápido a la vida acá? Buenos Aires me parece un quilombo, la verdad —dijo, apoyándose en la mesa, demasiado cerca de donde yo estaba.
—Al principio sí me costó, pero después te adaptás. Aunque… vos sabés cómo es. Si la ciudad no te traga, te termina abrazando —respondí, sonriendo de lado, tratando de mantener la charla liviana.
—Sí, obvio. Es distinto tener a alguien que te ayude a sobrellevarlo, ¿no? —dijo mirándome fijamente. Sus palabras llevaban un peso que no esperaba.
Lo miré, un poco confundida, intentando entender el doble sentido en su tono. Estaba nerviosa, pero antes de que pudiera reaccionar, se acercó aún más.
– Mira Marce te voy de frente, anoche te vi espiando por la puerta cuando se la daba a Laura por el culo.
– casi me muero, por supuesto que trate de negar todo y lo trate de loco.
el muy turro me dice – veni que te haces la ofendida vi cómo te calentabas y apuesto a que te gusto el espectáculo, en ese momento me abraza y me toca el culo con esas dos enormes manos que tiene, en un segundo me apretó una nalga y con la otra mano ,me toco la concha.
Ves estas toda mojada desde anoche, ya se tengo la solución y me lleva a la habitación y me tira en la cama
Lautaro me dice: -dale Marce no esperes caricias te deseo desde hace mucho y hoy te voy a reventar por todos lados, jamás te cogieron con una buena pija y hoy va a ser ese día.
Como una gatita me quité la ropa y me puse boca abajo en la cama, él se quedó con el slip puesto y la pija a mil.
Ahhh sos una putita tímida te gusta de espalda mamita, esas palabras me pusieron como loca, pero yo no quería demostrar nada, pero la respiración la tenía como nunca, cuando el negro me apretó las tetas con sus manos no podía creer la fuerza que tenía era una bestia, sola le pare la cola para que me cogiera por la concha.
Uff putita estas para matarte a pijasos, me saco la bombacha y me metió dos dedos en la concha pegue un grito de placer y dolor ya que siempre al principio soy muy estrecha.
No aguante más y le dije por favor negro cogeme como a Laura no aguanto que pija tenes metemela toda, haceme tuya .
El turro me la mando de una, jamás había sentido nada igual en mi vida, que pedazo de carne, sentía ardor, dolor, la espalda la doble para que no entrara de esa manera, me mato no la aguantaba le pedía que la saque.
Me decía espera ya te acostumbraras no será la última vez que te coja y me la empezó a meter y sacar con fuerza, yo estaba como loca ya había acabado dos veces, lo tenía encima mío dándome como una fiera, me corría que no podía controlar, gritaba como una puta.
Yo solo podía decir – seguí negro no pares seguí, como garchas negro hijo de puta que pija que tenes- estaba como loca, no aguantaba la espalda, llevaba 15 minuto de puros pijasos y mi concha me ardía como nunca, ya le pedía por favor que me deje descansar me faltaba el aire, su pija parecía cada vez más gorda y larga, el muy turro se cagaba de risa.
En un momento para y me dice ahora parate contra la pared, le digo NO ni se te ocurra Laura ya tiene estirado el culo yo no.
No me hizo caso trajo de su habitación un gel muy frio que me puso en el culo, espero 15 minutos, mientras tanto me chupaba la concha y me metió dos dedos en mi culo yo empecé a gemir de la calentura, con la otra mano me tocaba la concha, gemía como una hambre en celo le pare la cola, apoye la cabeza contra la pared y con mis dos manos me abrí las nalgas.
Me la empezó a meter despacio, aunque había entregado varias veces el rosquete, la realidad es que la verga de mi cuñado era de magnitudes pocas veces vista. Cuando me asentó la cabeza de la pija en el culo por FAVOR que dolor y que PLACER, les juro que no podía metérmela, el turro empujaba, empujaba. empujaba hasta que cedió mi culo, casi me desmayo del dolor, no aguantaba parada, me la saco y me acosté de costado, él atrás mío y me la metió de una, sentía como un desgarro. lloraba del dolor, le suplicaba que la saque, El solo decía calmate y aguanta a Laura le pasaba lo mismo y le duro 30 días pero vos viste como coge por el culo ahora.
Yo gritaba que no podía mas y cuando El empezó a meter y sacar casi me muero pero tengo que reconocer que jamás había sentido mayor placer mezclado con tanto dolor, yo había acabado cuatro veces seguidas, no me había dado cuenta y el negro ya se había corrido dentro mío y la tenía en mi culo todavía pera ya blanda, flácida y me decía hija de puta que buena que estas me corrí dos veces en 10 minutos que culo que tenes.
Yo no me podía mover me dolía todo el cuerpo, el culo no era mío, mis tetas estaban coloradas de como el negro me las había apretado mientras me rompía el culo.
Nos quedamos acostados por 15 minutos, yo me había olvidado de todo, no podía creer la cogida que me había dado mi cuñado.
En un momento me dice: -Voy a ir a ver porque se tarda tu hermana. Te veo en dos días para seguir estirando ese culo divino que tenes.
Yo no tenía fuerza para nada lo único que le conteste fue “cuando quieras decime y ahí voy”.
Esta historia es real y hasta en la actualidad, aunque hace rato se fueron a vivir a su nueva casa el negro me sigue cogiendo al menos una vez a la semana y para mí en la mejor pija que hay.