Candelabro

Primero, todas las entregas de los mejores post


http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa---parte-1-de-3-.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4389002/Mi-amada-esposa---parte-2-de-3-.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4436535/Mi-amada-esposa---parte-3-de-3.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4802856/Mi-amada-esposa-parte-4.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4802863/Mi-amada-esposa---parte-5.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4868469/Mi-amada-esposa---parte-6.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4896522/Mi-amada-esposa---parte-7.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4905961/Mi-amada-esposa---parte-8.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4915721/Mi-amada-esposa---parte-9.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4956318/Mi-amada-esposa---parte-10.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4965835/Mi-amada-esposa---parte-11.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4974651/Mi-amada-esposa---parte-12.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4985411/Mi-amada-esposa---parte-13.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4991203/Mi-amada-esposa---parte-14.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/5001091/Mi-amada-esposa---parte-15.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/5030636/Mi-amada-esposa---parte-16.html

Como siempre, podes escribirnos a dulces.placeres@live.com, te leemos


EL CANDELABRO


La separación con Natalia había sido todo lo cordial que había podido ser, era una buena mujer y quedamos como buenos amigos después de seguir nuestras vidas por separado, pero nunca tuvimos inconvenientes en pactar necesidades de mutuos apoyos, en especial con un bien en común que nos ataría de por vida, nuestros pequeños hijos
Con Natalia, aunque sea a la distancia podíamos acordar, compartir gastos, necesidades, presencias, vacaciones, y más de una vez me había planteado si el divorcio había sido la solución, porque no podía estar con ella, pero tampoco sin ella.

Pero el tiempo había pasado, y lo escrito, escrito estaba, ella ya tenía un nuevo amor y la verdad es que busqué en otra lo que extrañaba de ella.
Esa otra, se llamaría Judith, y con Judith cometería el peor error de mi vida.
Seguramente, envalentonado por mi experiencia con mi primera esposa, asumía que todas serían iguales, y ciegamente puse la firma para un segundo compromiso formal.
Pero esa mujer, en unos años se transformaría en la peor de mis pesadillas, con celos enfermizos, posesiva, histérica y hasta con crisis psicóticas que hacían imposible la convivencia, llegamos a un punto de no retorno y si en pareja vivíamos un calvario, atravesar una situación de divorcio fue lo más traumático en mi vida.

Ella no quería separarse de mí, ella quería destruirme, me hubiera asesinado de ser posible, había pasado del amor al odio y era ese tipo de mujeres que se encargan de pisotear en el fango a su ex, por despecho, por odio, por orgullo, esas mujeres que se quedan aferradas a un pasado y nunca pueden terminar de cortar las cuerdas, que siempre dan vueltas con su abogado de turno para encontrar la forma de volver a la carga por más, para que no puedas dormir tranquilo.

Mi mejor consuelo fue al menos, no haber tenido más hijos con ella, puesto que eso si hubiera implicado un martirio de por vida, pero en algún punto de nuestros últimos días de convivencia hasta temí por mi vida, Judith era una bola de nervios fuera de control, y no me importó dejarle lo poco que teníamos en común, tan solo salí con lo puesto, un bolso de mano con mis pocas ropas y algunas pertenencias personales
Hasta tuve que rescatar en una operación comando como un ladrón mediocre a Tobi, mi perro, porque era cuestión de tiempo para que ella lo envenenara, al menos para que por algún tiempo estuviera en casa de mis padres hasta que yo pudiera acomodarme nuevamente.

Tenía ya más de cuarenta y no tenía nada, salía de mi segundo divorcio y de lo único que estaba seguro después de dejar atrás a Judith, es que por mucho tiempo no querría ningún compromiso con ninguna persona del sexo opuesto, no señor.
Por unos pocos días volví a casa de mis padres, sabiendo que no duraría mucho tiempo ahí, papá era un buen tipo, pero éramos incompatibles, no había lugar para dos toros en un mismo corral así que busqué partir lo antes posible.

Y mi situación económica estaba de lo peor, los costes de divorcio me habían dejado casi en banca rota, yo era solo un tipo que hacía un poco de todo, albañilería, plomería, gasista, electricista, y me ganaba la vida con changas que agarraba por acá y por allá, tenía que aportar por mis hijos, por su alimentación, por vestimenta, por el colegio, y si bien Natalia sabía de mi situación y me hacía el aguante, tampoco era justo que yo aprovechara la jugada para sacar parte.
El coche que usaba para trabajar se caía a pedazos, y me traía más problemas que beneficios, y tal vez la única luz al final del túnel fuera haber escapado a las garras de Judith

Así llegaría a la hostería 'El candelabro', un sitio de poca monta, muy económico, donde podría estar para subsistir por algún tiempo hasta equilibrar mis finanzas.
En la recepción me atendió Marisa, una gordita rubiona de cabellos teñidos, calculé entre cincuenta y sesenta y con una sonrisa muy amable me explicó en detalles que es lo me podían ofrecer.

'El candelabro' en verdad era una vieja casona de anteaños, una edificación venida a menos de altos techos y ventanas alargadas con postigos chirriantes, donde poco a poco, con unos míseros pesos, fueron transformando en una pensión para gente de bajos recursos. Por fuera, un revoque amarillento invadido por la humedad, con rajaduras y cascarones por doquier daba aspecto de abandono, las altas puertas de madera quemadas por el sol y la lluvia, se mostraban descoloridas y los viejos pisos multicolores de los años cuarenta estaban degastados y hundidos por el continuó tránsito.
La recepción donde intercambiamos información entre lo que buscaba y lo que me ofrecía, también parecía haberse quedado en el pasado, con un tablero enorme sobre la pared con la demarcación de las habitaciones, separados por un escritorio descolado, con un antiguo fichero con tarjetas escritas a mano, donde no había ningún atisbo de tecnología.

Marisa, me acompañó a ver un par de opciones disponibles, tomé un cuarto con una ventana que daba a un patio interno, me pareció la mejor de todas y en esos minutos de elección me dejó saber algunas cosas lógicas, no se podía molestar, con ruidos, con personas, estaban prohibidas acciones que rozaran con la moral y buenas costumbres, aunque en poco tiempo notaria que por las noches, algunas habitaciones se alquilaban clandestinamente a parejas de ocasión para tener un par de horas de sexo, me mostró una pequeña heladera y un viejo anafe por si fuera mi gusto prepararme algo de comer, aunque también me comentó que detrás de la administración había un pequeño comedor interno donde servían algún que otro menú, refrigerios y cafetería
Ella también me mostró el baño, muy pequeño, con un espejo de pared opacado por el tiempo, me confió que el agua caliente provenía de una pequeña caldera central por lo que no debía abusar del uso del agua, puesto que debía alcanzar para todos.

Entre palabras le confié un poco de mi vida y le dije que era una estadía provisoria, y cuando ella cerró la puerta me quedé pensando en soledad, acomodando mis pocas pertenencias en el viejo ropero de pared, observando detalles del lugar.
El piso me recordó a la casa de mis abuelos maternos, largas maderas desgastadas cruzando de punta a punta sobre tirantes, el techo estaba altísimo, y podía ver los viejos ladrillos que formaban su estructura puesto que el revoque había desaparecido casi por completo, las paredes mal reparadas, resistían al avance de la humedad cuyo olor invadía todo el espacio, y un vetusto ventilador de techo giraba lentamente gimiendo en cada vuelta en un ronroneo armónico.
La pequeña heladera tenía todo el burlete carcomido y miles de stickers pegados en la puerta y el anafe destacaba por la falta de limpieza.

Fui por una ducha, el agua de la regadera tiraba no más de cuatro chorros y cada uno apuntaba a un lado diferente, al cerrar la canilla me quedé con la llave en la mano y se hizo evidente que todo estaba atado con alambres en ese sitio.
Se hacía tarde, me recosté unos segundos para leer un poco y también comprobaría que el colchón que me había tocado en suerte era fino como una hoja de papel y que la ajetreada cama pareció pedir perdón al recibir mis noventa kilos.
Miré el techo, y mis ojos se perdieron nuevamente en las aspas del ventilador, la pintura blanca original se mostraba grisácea en el ángulo de ataque de las mismas por años y años de tierra pegada ante la falta de limpieza

Busqué unas prendas y me decidí pasar por al bufet, sin esperar nada nuevo, pero tenía hambre y no tenía nada mejor que hacer.
Bajé las escaleras, pasé por detrás de la recepción y llegué al improvisado comedor donde se imponía la misma temática, un lugar ajado y griseado por el tiempo, con mobiliarios pasados de moda y una heladera industrial con demasiadas batallas a cuesta.
Una jovencita que atendía me ofreció el menú del día, 'ñoquis de papas con salsa roja', por lo que preferí que me preparara un emparedado con alguna cerveza de ocasión.

Me quedé observando el entorno donde me sentí el único con apetito, puesto que era el único en el lugar, y mientras esperaba que la joven me atendiera, la pared lateral llamó mi atención, estaba decorada con una incontable cantidad de cuadros de fotos de todos tamaños y todas épocas, era como que esa pared mantuviera viva la historia de 'El candelabro' y en muchas de esas fotos pude encontrar a Marisa, la gordita que me había recibido.
Entre tantas, no pude de dejar de notar una en especial, y digo en especial porque no era más que una caricatura muy prolija y muy sexi, retrataba una chica de unos veinte años, una morena de largos cabellos negros y un rostro alargado, muy latino, de piel cobriza, y era un dibujo de esos típicos donde se resaltan las curvas femeninas, con una musculosa blanca transparente que hasta mostraba el detalle de sus pezones, y una tanga diminuta que cortaba las líneas de la perfección de sus piernas, sus caderas y su vientre.


El CandelabroMe senti um tolo, pois minha admiração e minha curiosidade eram tão grandes quanto minha excitação, embora fosse apenas uma caricatura de uma desconhecida que nem sabia se era real. Fazem ver uma mulher como uma bomba sexual, o certo é que ela verdadeiramente se mostrava muito atraente, com esse rosto alongado, que agora mostrava várias rugas típicas de uma cincuentona, e era notória a forma em que seus peitos enormes se marcavam sob aquele pullover de meia temporada. Primeira, uma proposta de ganhar e ganhar, eu poderia modernizar um pouco a fachada desse lugar, era meu ofício, e apenas podíamos começar por uma sala como exemplo, tinha contatos onde conseguir materiais a um preço muito acessível e, em troca, eu só pediria não pagar minha mensalidade de aluguel, uma proposta demasiado generosa, a não ser que viesse de um tolo que se estava enamorando. quarto? estou ansiosa... Sua filha, do outro lado da barra, havia sido testemunha involuntária do que ocorreu, da conversa, das olhadas, e antes de sair do lugar, ela com uma sonrisa pírrica me fez um piscar de olhos, como se assumindo que sua mãe estava interessada em mim e que ela aprovava essa relação. Fomos ao fundo, por razões óbvias do meu interesse pessoal escolhi Noé para ser a primeira em atravessar a porta de entrada após dias de trabalhos secretos. Ela entrou e eu fechei a porta atrás dos nossos passos, o rosto de Noelia estava transformado em alegrias e espantos, não podia dar crédito ao mudança, e enquanto ela percorria com sua vista cada detalhe do quarto, eu percorria com minha vista cada detalhe do seu corpo. maioresMe embriagué com seu perfume, e num rapto de loucura, quando passou demasiado perto, só a agarrei pela cintura e a arrastei para meu lado, apertei e senti essas enormes tetas cravando em meu peito, ela me olhou fixamente sem emitir palavra, talvez surpreendida, talvez com um desejo correspondido, notei agitada, e um silêncio marcado invadiu o quarto. Novamente, acariciei suas nádegas, suas pernas e queria tudo, para que nada escapasse do jogo e que tudo fosse perfeito. Desnudei meu pau e a meti toda, até o fundo, e ela começou a jadear daquela maneira tão deliciosa que as mulheres regalam prazer, mordendo-se os lábios, com os olhos fechados, com suas tetas aprisionadas sob meu peito, com suas pernas abertas, com uma mão acariciava minhas bolas, com a outra aprisionava seu clitóris com força e ritmicamente, procurando mais orgasmos. Uma nova parceria, minha ex, Natalia, estava ciente, se alegrava comigo e pensava que talvez Noelia e meus filhos deviam conhecer-se. Karen, a filha de Noe, a garota da barra do buffet, me tratava bem e via com bons olhos a nova relação da sua mãe comigo, mesmo sendo minha confidente e agindo como minha cúmplice em temas de amor à espalda da sua mãe.