Voltei a ser jovem

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa---parte-1-de-3-.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4389002/Mi-amada-esposa---parte-2-de-3-.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4436535/Mi-amada-esposa---parte-3-de-3.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4802856/Mi-amada-esposa-parte-4.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4802863/Mi-amada-esposa---parte-5.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4868469/Mi-amada-esposa---parte-6.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4896522/Mi-amada-esposa---parte-7.html

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4905961/Mi-amada-esposa---parte-8.html


VOLVI A SER JOVEN


Una etapa de mi vida complicada... no, tal vez la palabra correcta no sea complicada, tal vez podría decirse una etapa de mi vida aburrida
Muchos años de convivencia de pareja me había llevado a una rutina gris, sin sobresaltos, sin emociones, Juan Carlos, mi esposo, pisaba los sesenta, me lleva algunos años, buen hombre, buen compañero, sin grandes motivos para quejarme más allá de un par de infidelidades de su parte, confesadas y ya asumidas.
El tiempo había borrado esas heridas, y aunque siempre quedaran cicatrices había aprendido a vivir con ellas.
En nuestra cama ya no había sorpresas, ni sobresaltos, ni emociones, hacíamos el amor poco y nada, casi por rutina, casi sin deseo, casi por obligación, seguramente así sería en toda pareja que está llegando a los cuarenta años de compartir cada noche un lugar en el lecho, un sexo desabrido, sin condimentos, sin alma, como dos fantasmas presos de un pasado que nunca volverá.

Tampoco era parte ya de la vida de mis hijos, el mayor ya tenía esposa, apenas lo veía de tanto en tanto, estaba muy ocupado en su futuro y 'mamá' ya no era una necesidad a quien recurrir a diario para que le ayudara a resolver sus problemas, no, el pequeño Tomasito ya era todo un hombre y en vano esperaba día tras día que sonara mi celular para escuchar su voz, con la esperanza que tal vez, me dijera que iba a ser abuela.

Micaela, la menor, aun saliendo de la adolescencia para convertirse en mujer, pasaba muchas horas en su cuarto, no nos llevábamos muy bien, mujer con mujer, solíamos tener fuertes discusiones, ambas de fuerte carácter, y es que solo parecía molestar en su vida, no quería pasar por entrometida en sus asuntos, pero era notorio que yo la avergonzaba delante de sus amigas y amigos, 'la vieja' estaba fuera de moda, no entendía nada, y siempre su tono burlón y ofensivo estaba a flor de piel. Sin embargo, puedo decir que, de los tres de la familia, era con ella con quien más charlaba.

Pero mi vida no era sencilla, rodeada de un esposo y dos hijos que tenían cada vez más ocupaciones y que tenían menos tiempo para mí, había sido siempre una ama de casa que había dado cada minuto para ellos, para el trabajo de uno, para el estudio de los otros, para tener todo aseado, para tener la comida lista, para que nada faltara, porque la mamá y la esposa siempre estaban en cada detalle, en un abrir y cerrar de ojos me di cuenta que ya nadie necesitaba de mí, y me sentí muy sola, y los días comenzaron a hacerse interminables, largos y aburridos
Me metí a un curso de repostería, luego a un gimnasio para hacer algunos ejercicios, seguí por tomar unas clases para aprender a conducir, pero no tenía constancia, abandonaba más rápido de lo que tomaba la decisión para hacer algo, nada me llenaba y solo trataba de encontrar algo en lo que ocupar mi tiempo

Pero de esos cursos tomados al azar me llevaría algo, el grupo de 'las chicas', mujeres como yo, de entre cincuenta a la muerte que caminaban los mismos caminos que yo estaba caminando, personas con quien hablar y compartir vivencias parecidas.
Era gracioso, éramos almas en pena dando una foto macabra de ser lo que no queríamos ser.
Pero algo era mejor que nada, compartimos tardes de té, juegos de cartas, salidas a cenar, algunos paseos, y lo más loco, una tarde de tupper sex en la casa de Ofelia, una de las chicas donde el cuarto principal se transformaría en un campo minado de juguetes sexuales, variados, algunos que jamás hubiera imaginado que existían.

Y con ese grupo 'de chicas', amigas, compañeras o como quisiera llamarlas, encontré un poco una válvula de escape de mi monotonía, y entre tantas cosas empezamos a frecuentar un club de barrio, donde se practicaban deportes, tenía piscina para los días de verano, también se podía almorzar, cenar, y de vez en cuando, solía armarse algún baile que duraba casi hasta el amanecer.

Y la vida me cruzaría sin querer con Michael...

Aunque su nombre era simplemente Miguel, todo el mundo lo llamaba en su forma inglesa, un chico que promediaba los veinte, menor que mi hijo, mayor que mi hija, un carilindo de cabellos cortos con marcadas patillas y mirada pícara, también lo apodaban 'el chueco', por tener esas piernas curvadas en demasía, con las rodillas separadas, como un cowboy que se ha bajado de su caballo.
Gozaba de cierta popularidad en el club, el típico chico picaflor que andaba con todas, o, mejor dicho, tenía ese no sé qué por el cual todas las chicas querían estar con él, porque era desprejuiciado, cara dura y fanfarrón, esos que te envuelven con palabras, te derriten con la mirada y te compran con una sonrisa.
Por si fuera poco, era el típico muchachito que sobresalía en cualquier deporte en que incursionara, rugby, vóley y en especial futbol, donde tenía varias admiradoras que lo seguían a todas partes, era el goleador del equipo.
Imaginen su popularidad, que nosotras, 'las chicas', solíamos hablar de él como si fuéramos calientes veinteañeras.

Todo indicaba que solo sería una cena en el club, con las chicas, como muchas que habíamos pasado, en el quincho, era una cena a beneficio para juntar fondos para hacer algunas obras de remodelación de las instalaciones, un sábado a la noche, donde mi hija saldría con sus amigas y mi esposo prefería quedarse en casa, comiendo alguna pizza, con alguna cerveza, mirando la repetición de algún partido de futbol de la liga europea, un programa tan repetido como aburrido, y es que nuestra relación de pareja estaba en ese estadío en el que casi me empujara a salir, el prefería quedarse tranquilo, sin que ni ninguno de los dos imaginara lo que estaba por delante.
Me había vestido normal, no era una mujer de llamar la atención, menos a la edad que ya tenía, un pantalón oscuro de vestir y una camisa negra con florcitas bordadas

Llegué un tanto tarde, las chicas ya estaban casi todas y quedaban los lugares menos acomodados, repasé todo el salón por arriba y noté para mi fastidio varios matrimonios de mi edad, por aquí y por allá, y me dio envidia, hubiera preferido que Juan Carlos, mi esposo, estuviera a mi lado en ese instante, pero las cosas eran como eran.
Había mucha gente, entre ellos, Michael, quien estaba a corta distancia, en otra mesa, bebiendo cervezas con sus amigos, en una forma demasiado festiva.
Pasaron un par de horas, entre comidas, palabras, tragos y música, y con el correr de los minutos se hizo evidente que los muchachos tramaban algo, nosotras no sabíamos qué, pero más adelante en el tiempo sabría que estaban apostando a ver 'quien se levantaba una vieja' y sin saberlo fui parte de su apuesta.
Michael pegó un sorbo a la botella y vino decidido a nuestro encuentro, solo por destino, porque estaba más cerca, más expuesta en la mesa, me tomó de la mano e intentó llevarme a bailar, yo me resistí, pero el insistió y volví a negarme.
Se dio es rara situación donde el desvergonzado estaba decidido a arrastrarme a su lado, contra viento y marea, y las chicas parecieron hacerse cómplices con abucheos y silbidos, era todo cómico menos para mí, a mí me avergonzaba al notar que los bullicios atraían poco a poco las curiosas miradas del entorno

Fui solo para complacerlo y para apagar el incendio, bailamos muy cerca uno del otro, era mucho más alto que yo, en el calor de la noche mis ojos quedaban a la altura de su pecho transpirado en exceso, al punto de mojar en forma notoria la camisa desprolija que lucía, parecía desentendido de la situación, cantando y bebiendo cerveza desde el pico de la botella, me incomodaba y me intrigaba al mismo tiempo. Después de unos minutos, entrando más en confianza, se pegó más, me tomó por la cintura y me aferró a su lado, y en una forma grosera me refregó su pito duro en mi vientre, no me gustó, o tal vez sí, solo me pareció suficiente y me excusé para volver a mi sitio.

Al volver a casa, aun no era muy tarde, pero Juan Carlos roncaba plácidamente en la cama, me acomodé a su lado y me quedé pensando en lo ocurrido hasta que me venció el sueño, porque hacía tiempo que no sentía lo que había sentido, ya no recordaba lo que era una pija dura y creí sentirme joven en un instante.

Dos días después, día de semana, mi esposo trabajaba y Micaela estaba en el colegio, fue como por curiosidad, o presagio, me fui al club sola, hacía demasiado calor en un verano agobiante, directo a la piscina, a refrescarme un poco y por qué no, a sentirme un poco mimada con mi cuerpo en discreto traje de baño bajo el sol.
Mi curiosidad me llevó a hurguetear por un lado y por otro, no había mucha gente, y asumo que particularmente deseaba que Michael estuviera por ahí con su grupo de amigotes.
El aparecería momentos después, casualidad o no, no tenía un físico muy trabajado, pero me llamó la atención su traje de baño, una zunga azul que le marcaba un precioso paquete, disimulé con la mirada, pero él no había reparado en mi presencia y tal vez nunca lo haría.

En algún momento dejaría de prestarle atención, si en verdad todo lo que imaginaba estaba pasando en mi cabeza, solo fantasías, cerré los ojos para nadar un poco
Pero Michael me sorprendería apareciendo como un tiburón a mi lado, me sobresalté, él se carcajeó, y en ese primer roce, erróneamente intuí que se disculparía por lo que había sucedido, por apoyarme su pija dura, por jugar conmigo, pero estaba totalmente equivocada, con su desfachatez habitual, sintiéndose en un plan superior por ser hombre, por ser macho, empezó a tocarme por debajo del agua, y casi a la fuerza arrastró mi mano a su bulto, honestamente, tuve que esforzarme por rechazarlo, pero esos segundos en los que apreté su verga por sobre la zunga me parecieron mágicos, ya no recordaba lo que sentía



Voltei a ser jovem Those games continued for a while, and more I tried to hide it, so it would go unnoticed, especially in front of the girls, he seemed ready to shout it from the four winds. I realized I was falling defeated, and what had started as nothing was transforming into obsession and the center of my thoughts.

And more my castrated desire increased, more the little guy's provocation increased, more I cornered myself, like a skilled predator that corners its prey.

I couldn't take the weight of my fantasies anymore, I saw myself doing it with him, I dreamed of doing it with him, and everything was upside down in my world.

Michael went straight to the point, giving me the final blow, he was waiting for me at the entrance of the club on his motorcycle, it was early, he intercepted me and told me to get on, we would go straight to a hotel and... I swallowed saliva, I told him no, it was imprudent, but I told him my husband worked, my daughter was in school, I gave him money and the address of home, telling him to take a taxi and leave the motorcycle aside, be discreet in the neighborhood, and not ruin my life, you only winked at me and knew he had reached his goal.

I rushed home, wanting to settle every detail and above all make sure that, by some unexpected change, no one would be there, neither my husband nor my daughter.

Michael arrived too quickly, almost didn't give me time for anything and in a flash I was kissing him like possessed, with his lips glued to mine, taking oxygen where there wasn't any, his hands like an octopus suffocating me, his cock hard as stone making me hurt with pleasure in the lower belly and I no longer remembered that my vagina could lubricate.

He lifted me up without difficulty, I'm a 50-kilogram woman on average, he took me against a wall and leaned me back against it at an elevated level, he undid my shirt with haste and exposed my breasts, which are quite generous, then started sucking them to the point of being uncomfortable, eating them with too much passion and only wanting that I... cogiera

En camino para o quarto terminamos de despiritar-nos, seu pau estava grande, duro como fazia anos não via uma, porque a João Carlos quase não se parava mais, disse-me

Vieja puta... você gosta, verdade? é grande, não? agora eu quero que me chupe um bom tempo

Esse moleque tinha um egocentrismo e um narcisismo que chegava ao céu, não me incomodava, pelo contrário, me excitava.

Estava deitada na cama, olhando para o teto, o vinho atrás, parado do outro lado da cama, sacudiu seu glande e me bateu duas vezes na testa, no nariz, tirei minha língua e passei por baixo de sua pene, onde podia, senti agora suas bolas quentes apoiando-se em minha testa, tomei seu tronco com uma mão e senti que pela primeira vez eu tinha o controle do jogo, apenas passando a ponta da língua e os lábios por baixo de seu glande nu, na sua zona mais sensível, sabia o que fazer e sabia como fazê-lo, sem pressa, sem pausa

Com minha mão livre me acariciava os seios e apertava o clítoris, estava curiosamente molhada, como uma adolescente, e eu apenas seguia passando a língua de forma muito delicioso, com um final previsível.

Sentiu que Michael acabava, como um longo jato de mangueira de bombeiro seu líquido quente estourando com força inusitada, desde meu pescoço, meus seios, meu abdome, até chegar à minha vagina e ao meu joelho direito, e um segundo disparo, e um terceiro, e um quarto, ele acabava com uma força inusitada e seu poder começou a diminuir pouco a pouco, para terminar, chupando-se e bebendo as últimas gotas de sêmen delicioso que me dava. queres? - perguntou como um animal em celo - Há-me o que você quiser... - respondi lhe dando liberdade de escolha - O que eu quiser? Eu te amo, vou-te fazer uma bunda, velha chupa-pijas... - era agressivo, mas eu gostava - Ele me girou com violência, eu parecia não ter domínio sobre meus pensamentos, minhas emoções, minha vontade, estava entregue aos desejos desse bebê que me fazia sentir uma adolescente quente, apenas me enterrou por detrás e senti suas grandes mãos se enchendo com meus glúteos, ele me dizia que eu era puta, aqueça-pijas e isso me excitava, o obrigava a mexer-me para trás e para frente, fazendo a penetração anal muito delicioso e profunda, eu estava louca, sentia meu clitóris estourar em qualquer momento, levei uma mão para ele para apertá-lo com força, metendo meus dedos indicador, maior e anular no mesmo tempo em minha bunda. Estava por chegar ao meu orgasmo, mas Michael era jovem, potente, vigoroso, um tornado, apenas me sacou, tomou-me pelo meu longo cabelo e quase pela rastra me levou contra um espelho de parede do quarto, apoiou com violência o meu rosto nele e meteu seu cock na minha boca, dizendo Velha conchuda, agora eu quero que você veja como eu bebo bem bebida e engole todos os meus líquidos! entendeu? Não tinha opções, nem as queria, apenas apurou sua ejaculação, agora em minha boca, e começou a derramar seus líquidos com uma violência inusitada, e um fluxo incrível! era impossível engolir tão rápido, apesar que tentava satisfazê-lo. A imagem do espelho me devolveu uma mulher madura com um cock delicioso na boca, à qual começava a escapar o seme por a comissura dos lábios, eu sabia, gostoso, sexy, e me aqueci muito vendo como deixava cair seus líquidos em meu rosto, em meus peitos nus. E o que adicionar, Michael era um touro jovem e me deu naquela manhã mais prazer do que eu havia tido em muito tempo, continuou a me pegar até me deixar com uma bunda ardida, cheia de orgasmos, cheia de seme, porque ele se esgotou no menos três vezes seguidas sem sacá-la, tive que lhe pedir por favor que já só deixasse de me pegar, porque essa vagina linda vivia endurecida.

Se transformaria em meu amante secreto, aquele que me pegaria e me faria mulher, que me trataria como uma velha puta, não me importava, sabia que tinha outras garotas por lá, nem me importava, tomava o que me tocava sem exigências, sem questionamentos

Mas nada foi perfeito, e tampouco foi minha história.

A tudo isso, Micaela, minha filha, andava muito feliz nesses dias, sabia que tinha um namorado, era lógico, estava na idade de tê-lo e sempre havia algum garoto revoloteando o ninho

Essa tarde cheguei antes do planeado, Mica não esperava, desceu apressada e com o rosto desencajado do seu quarto, um tanto desgrenhada e desarrumada, suas palavras balbuciantes me indicaram que algo não quadrava, estava muito nervosa. Segundos depois desceu ele, muito normal, com uma sonrisa marcada, abotoando os botões da sua camisa, se era Michael

Produziu-se uma curiosa e falsa situação onde Mica se viu forçada a me apresentar a Michael, seu namorado, eu senti que me levava o mesmo demônio, forcei uma sonrisa e algumas palavras, ele, como se nada fosse, tirou

Agora entendo quem lhe roubou Mica tanta beleza, encantado de conhecê-la senhora.

Encerrei-me em meu quarto, me atirei sobre a cama para chorar como uma criança, Michael era meu!!! e justo se foi meter com minha filha? era um bastardo miserável mal parido, e minha pobre filha... a única vítima em toda a história

Um par de dias depois volvi a cruzar-me com meu amante, essa vez sozinha, tinha muitas coisas para increpar-lhe, estava furiosa, pedi explicações, mas ele meditou e apenas respondeu

O único que posso dizer-te... é que não sei quem das duas chupa melhor...

Tirei uma bofetada nele, mas ele com habilidade a interceptou no caminho, agarrou-se ao meu lado, me beijou à força e só não pude resistir, voltou a me pegar à sua vontade.

A situação apenas empeoraria então, não... Poderia deixá-lo e o bastardo se agarrava à filha oficialmente e à mãe na clandestinidade, fiz cornuda da minha própria filha e competi com ela pelo troféu, Michael tinha a desculpa perfeita para vir para casa, vinha por minha filha e me pegava.

Sabia que estava sentada sobre uma bomba de tempo, porque cada vez era pior, as ceias 'em família', meu esposo, minha filha, seu namorado, que era meu amante e eu. Olhares indiscretos, sorrisos complices, toque por debaixo da mesa, e quando eles dois se encerravam no quarto de Mica, eu me tornava insuportável, meus ciúmes me comiam.

E as coisas apenas pioraram, minha própria filha foi centro dos meus ataques, da minha violência, do meu mau humor, porque sabia que ela o tocava, ela o beijava, ela fazia amor com ele, ela se quedava com seus líquidos e se quedava com o que me pertencia, Michael era meu.

Tomé o caminho que toma uma mulher adulta, que pensa com a cabeça e não com o cu. Já não podia tolerar essa situação, então lhe pus preço, lhe ofereci dinheiro para que desaparecesse das nossas vidas, demais, mas valera a pena.

Ele o tomou com agrado, aceitou o trato, quebrou o coração da minha filha e também quebrou o meu.

Não me quejo do vivido, por algum tempo, voltei a ser jovem...

Se você gostou dessa história, pode escrever-me com título VOLVI A SER JOVEN para dulces.placeres@live.com