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EL ULTIMO DISPARO
Alguna vez había sido joven, es cierto, muchísimos años atrás.
El menor de tres hermanos, papá había fallecido cuando yo era muy pequeño y no tengo recuerdos de él y lo poco que supe de él es por lo que me ha comentado mi entorno, mi familia.
Mis hermanos mayores pronto hicieron sus propias familias y solo se dio esa situación un tanto lógica de quedarme a cuidado de mamá, situación que me agradaba, puesto que era notorio que yo era su preferido, aunque ella siempre lo negara, y solo a tono de broma, ella fue mi primer amor
Tenía apenas veintiuno cuando un par de cosas se combinaron en mi vida, una ruptura repentina con Nélida, mi novia de esos días al enterarme que ella me engañaba con uno de mis mejores amigos y la muerte repentina de mi madre cuando ella parecía gozar de perfecta salud.
Fueron dos golpes potentes, combinados, demasiados grandes como para poder sostenerme en pie y los lazos que me anclaban a mi pueblo natal se cortaron en un parpadeo.
Trabajaba ya en un banco muy conocido, estaba haciendo carrera y don Jacinto, quien tenía fuertes influencias y había sido estrecho amigo de mi padre, me llevaba de la mano, era mi guía y me quería como a un hijo.
El estaba al tanto de mis pérdidas, de ambas, de mamá y de Nélida, me notaba deprimido, perdido y desconectado de la realidad, y en forma previsible mi rendimiento laboral estaba muy por debajo de lo esperado. Una tarde me llamó a su despacho para charlar, a puertas cerradas y con un humeante café de por medio.
Recuerdo que el fumaba un puro, vestía muy a la moda de esos días, acariciando los tiradores que sostenían sus pantalones grises, usando una impecable camisa celeste, con la mirada perdida por el amplio ventanal de la oficina, me habló de la vida y sabía por lo que estaba pasando, me hizo una oferta, me había conseguido un puesto equivalente en otra sucursal que estaba a quinientos kilómetros de distancia, sobre una pequeña ciudad que se emplazaba a orillas del mar
Dos años - me dijo - te vas dos años, te tranquilizas, respiras, rearmas tu vida, acomodas tu cabeza y luego vuelves, dos años pasan volando, te hará bien. De paso, aprendes nuevas costumbres, irás a un pueblo chico donde no tendrás todo al alcance de la mano, pero vivirás mucho más tranquilo
Tomé su consejo, mis hermanos con esposas e hijos me despidieron en una íntima cena familiar, dije 'hasta pronto' a mis amigos de toda la vida y emprendí el viaje con una maleta bajo el brazo, para dejar atrás mi pasado con una intrigante promesa de futuro
Dos años pasan rápido había dicho, era cierto, pero en dos años pasan muchas cosas, demasiadas. En unos meses la entidad bancaria fue adquirida por otra de mayor peso y el señor Jacinto fue relegado a segundo plano, perdiendo sus influencias, poco tiempo después le ofrecieron un retiro anticipado con mucho dinero, y con eso, mi puerta de regreso se cerró de golpe, ya nadie me facilitaba el camino para mi retorno, mi lugar ya no estaba disponible, entonces, o seguía trabajando a orillas del mar en donde estaba, o me buscaba otro empleo si es que quería volver a mi ciudad natal, pero las palabra de don Jacinto ya eran historia
Además, yo había conocido a Guadalupe, una de las tantas compañeras de trabajo y me llevaba muy bien con ella, y sin querer nos enamoramos.
Guadalupe era única hija de un matrimonio de ascendencia tana que solo sabían trabajar y ahorrar dinero, su padre, era uno de los tantos sufridos que habían escapado de la segunda guerra buscando sobrevivir en estas tierras, había levantado con sus manos un complejo de tres pequeños departamentos que arrendaba en épocas veraniegas a las familias que iban a vacacionar, hacia muy buena plata y con eso se ganaba la vida.
Pasaron los años, Guada y yo nos casamos, llegaron los hijos, y tomé a esa ciudad como propia, mis suegros envejecían y ya tenían seis departamentos que mantener. Era ya mucho trabajo para ellos, hicimos cuentas y era más tentador trabajar en ese proyecto familiar que como eternos empleados del banco.
Primero renunció mi mujer y un par de años más tarde hice lo propio.
Aprendí el oficio, a hacer mantenimiento edilicio, cortar el césped, pintar, y todo lo que hiciese falta, además, a negociar con los clientes de turno, tenía experiencia del banco, pero esto era otro tema, poner tarifas, arrendar por días por quincenas, por mes, y así me transformé en la mano derecha de mi suegro.
Cuando él falleció Guada y yo quedamos al frente del negocio, y las vueltas de la vida, jamás había imaginado vivir la vida que estaba viviendo.
El mundo siguió girando, envejecimos, con sesenta almanaques en el lomo la vida se nos escurría como arena entre los dedos, nuestros hijos adolescentes no veían mucho futuro en un pequeño pueblito costero y no vieron con buenos ojos seguir con el negocio familiar de la familia, por lo que volaron con sus ilusiones a la gran ciudad, haciendo el camino inverso que yo había hecho en mi juventud y después que falleciera mi suegra quedamos Guada y yo solos, para hacernos mutua compañía y caminar juntos los pasos que nos quedaran por caminar
Setenta y tres años, y si, el sexo era un bello recuerdo en nuestro presente, ella estaba excedida de peso, demasiado, con problemas en las articulaciones de las rodillas, le era imposible subir las escaleras por lo que generalmente ella estaba en la oficina con el papeleo y yo era quien mostraba los departamentos para alquiler, y todo funcionaba de maravillas, ganábamos más dinero del que necesitábamos y a nuestra edad ya no queríamos hacer fortuna, solo vivir tranquilos, llegan esos días en que te das cuenta que lo que no tiene precio es el tiempo que te queda por delante
Y conocimos gente, imaginen si pasaron familias por nuestros departamentos en años y años de alquileres, personas buenas, que cuidaban las cosas como si fueran propias, personas complicadas, que destruían todo, personas con las dejamos algún rastro de amistad, personas con la que discutimos por todo, y todo lo creí vivido, hasta ese mes de noviembre...
Estaba en los días de mantenimiento fuerte previos a la temporada veraniega que se acercaba, pintando las rejas de uno de los departamentos, cuando Guada me llamo al celular, había una pareja interesada en alquilar unos días. Fui en cuanto pude, mi esposa ya le había pasado los detalles y las tarifas, y esperaban que yo le mostrara las opciones para que tomaran una decisión
El aparentaba entre treinta y cinco y cuarenta y cinco, alto, musculoso, bronceado, con un jopo y unas patillas muy al estilo Elvis Presley, fuera de época, pero sin dudas lo hacían ver muy seductor, ella, una morocha de largos cabellos lacios, entre cuarenta y cinco y cincuenta y cinco, y tenía encima todas las cirugías, todo el gimnasio y todo lo que se imaginen para verse sencillamente espectacular, Guada y yo éramos dos personas comunes y corrientes que la vida les había pasado por arriba, pero esta pareja, parecían modelos de televisión
Eligieron el departamento más caro, el que tenía vista al mar, el que tenía jacuzzi, el de mayor espacio y el que casualmente estaba edificado encima de nuestro propio departamento. Guada, como de costumbre, le tomó todos los datos y recibió el pago de la estadía, luego acompañe a Gervasio - ese era su nombre - a que acomodara su SUV en el garaje asignado, después a Brenda - ese era el de ella - al departamento para darle las ultimas instrucciones y dejarle las llaves.
Los problemas empezarían esa misma noche, apenas conciliamos el sueño, fuimos despertados por los ruidos que provenían del piso superior, de los recientes inquilinos, donde parecía haberse desatado una carnicería, gritos, gemidos, aullidos, saltos en la cama, el chirrear de las patas de la misma, palabras subidas de tono, propias de una película condicionada, de una manera casi sobrenatural, que se prolongaron por unas interminables cuatro horas.
Al día siguiente, mi esposa estaría insoportable, había dormido muy mal y ella era de unos conceptos muy diferentes en cuanto a la sexualidad, por una crianza de otra generación, para ella todo era íntimo, secreto, prohibido y como directamente me dijo 'es una mujerzuela...'
Las cosas se complicarían a la hora de la siesta, cuando la historia volvería a repetirse, y en la siguiente noche, otra vez.
Guadalupe se transformó por la situación, ella era siempre la de sonreír a los clientes, pero descargaba por lo bajo sus quejas hacia a mí, para que fuera 'el malo de la película', así que estaba acostumbrado a tomar los problemas en mis manos, y había tenido muchas discusiones por problemas del día a día, pero esto, era diferente, que decirle? que reprocharle? ruidos molestos? no sabía cómo encarar el tema y en verdad, me daba vergüenza
Pero con el correr de los días, la situación solo se empeoró, y mi esposa me puso entre la espada y la pared.
Subí los veinte escalones que separaban ambas plantas con miles de dudas, porque no sabía que iba a decirle a Gervasio para que no lo tomara a mal, pero tampoco podía seguir discutiendo con mi mujer, a cada paso sentía que me pesaban los pies y más me acercaba peor era. Llegué a la puerta, se escuchaba la tv encendida, golpeé suavemente con discreción, pasaron unos minutos sin respuesta, volví a golpear ahora con mayor insistencia.
Sentí bajar el volumen de la tv, y segundos después ella abrió la puerta, me sorprendió, terminaba de ducharse, envuelta en una gran toalla anudada en los pechos hasta por debajo de la cola, como usan las mujeres, descalza, su piel húmeda y sus cabellos chorreando agua.
Me quedé mudo, balbuceando, sin saber que decir, Brenda se rio y con demasiada confianza me tomó de la mano y me jaló hacia dentro.
Me preguntó que sucedía, y le dije que la situación me incomodaba, ella estaba casi desnuda, no veía que Gervasio estuviera presente y si llegara, que le diría a su esposo?
Ella empezó a reírse con ganas, 'esposo', repitió, me dijo que no, no era su esposo, era su personal trainer, hoy era Gervasio, ayer había sido otro y mañana podía ser cualquiera. Su esposo, vivía un matrimonio de fantasías y apariencias, solo pagaba sus caprichos para que no molestara, su esposo tenía sus chicas por ahí, en una vida de millonarios de otro mundo.
Así son las cosas - me dijo - a ambos nos conviene mantener esta unión, pero vivimos separados en la misma casa, casi no nos dirigimos la palabra...
No esperaba esa charla y por cierto me sentí más liberado para tocar el tema, pero ella, lejos de amilanarse, pareció doblegar la apuesta, jamás le advertimos nada antes, y además la calidad de la cama dejaba mucho que desear.
Estaba tartamudo y nervioso, el sudor poblaba mi frente, me sentí hasta intimidado, recordé a mi mujer, porque también le tendría que dar explicaciones a ella, entonces le ofrecí cambiarse a uno de los departamentos del fondo, y podría quedarse unos días más a cambio, pero ella se acercó a mi lado y me dijo que no, ese departamento tenía yacusi y a ella le encantaba hacerlo en el yacusi.
No solo volví resignado y con las manos vacías, sino con una calentura terrible, porque esa mujer te acosaba y era muy directa con algunas palabras y poses a las que yo no estaba acostumbrado.
Le inventé una historia a mi mujer, solo para apaciguar las aguas.
Pero 'la guerra' en el piso superior empezaría nuevamente en corto tiempo, una vez y otra vez, y otra más, parecían no tener paz...
Esa tarde, Guadalupe molesta por los ruidos del piso superior, y furiosa conmigo porque no hacía nada por evitarlo, se fue de compras al centro de la ciudad, por lo que decidí volver a subir las escaleras para hablar con ellos, debía darle un corte
Golpee con fuerza, y Gervasio en esta oportunidad abrió la puerta, como si fuera lo más natural del mundo, me palmeó en el pecho y me dijo
Se la dejo un rato, está loca y enferma...
I was fearful until the bedroom, she was lying face down under the bed, it was a complete disaster, used condoms, toys, lingerie everywhere, she unmovable, playing with some intimate creams, with her terrible naked ass, without shame, inviting me to join her.
I sat on the bed, she took off my glasses and started kissing me deeply, wildly, advancing mercilessly, bothering me, what could I do with 73 years old?
She lowered my pants and started sucking my cock, although my head wanted to, my cock didn't.
She asked how I was feeling from the heart and gave me a miraculous pill to take, what the hell was going on...
Brenda pushed me back onto the bed and sat on my face, not expecting her to suck me off, just rubbing with force her hot pussy all over my face, once and again, I could see her artificial tits bouncing while she sucked between moans a big dildo from all the ones scattered around the place.
I grabbed her hips, her waist, squeezed her tits, and fell into the count that, despite so many casual tenants, never had anything like what was happening to me happen before.
She was a demon, crazy, really crazy...
After sucking that toy for a good while, she put it all the way in her ass without bothering at all how thick it looked, took it out and kept sucking, then put it back in her ass, and the miracle happened, I felt fire between my legs, I had an erection and she noticed, started masturbating me, and just sat on my cock, making it enter her pussy, with the toy still in her ass, and only moved, her screams escaped through the windows, the bed creaked begging for mercy, and I was living firsthand what she lived every instant.
Then she got down on all fours, with her enormous ass pointing to my side, with her sphincter completely dilated by the toy that went deeper each time, asking me to... I'll translate the text from Spanish to English without adding any notes or explanatory text:
I would have taken her with all my strength, very deep, she took hold of the bed frame at the bottom of the bed and I moved inside her with everything I could do at my age.
Each time I advanced, she retreated, making herself insert deeply; I grabbed her by the waist and looked with pleasure at the comforter buried in her ass, she clung to the backrest and the bed shook from side to side, going and coming, and in those movements I would reach my final shot, and on the unconscious of those oscillations the bed finally gave way to a predictable break and we fell onto the floor with a moderate impact.
We laughed for a bit, just a little, since she hadn't finished yet; she took me by the nape of the neck and kissed me deeply, it didn't bother her that there was an age difference between us, because she was a girl to me, regardless of our appearances, because she was a doll to me, regardless of our sexuality, because she was a tornado to me.
Brenda took my lips to her breasts for me to lick them for a good while; I felt those prostheses under the skin, and I bit her nipples with sweetness, one and then the other, it was too much reward for an old decrepit like me.
To finish, she took me between her legs again, so I could lick her depilated pussy that tasted of semen, the little semen my body could still produce.
I had to call a trusted carpenter to repair the broken bed and also reinforce it to avoid future problems; I also had to find a way to hide the expense from my wife and keep the secret, as it was my first infidelity in life.
That same night, we would hear noises again on the floor above, and despite my wife being furious about it and me not doing anything about it, the truth is that nothing could be done; Brenda had bought my silence and fidelity.
That same night, my wife also had to apply ice to my arm; I had been hit by her when we fell off the bed and didn't... I fixed until my old bones hurt in the evening, and I also had to invent another story with all the pain of my soul.
When they left, Guada bid them farewell with a false smile, with thanks and the offer that they would return soon, although she knew she would never rent an apartment to them again. But my part felt relief, but also nostalgia, as peace and harmony would finally return to the upper room and also my relationship with my beloved wife, but also the woman who had made me a man for the last time was leaving.
Some time later I received a written message on my WhatsApp, a farewell in its own right, it took me by surprise
I'm not what you think, I liked making love to you, but I have to be frank, you were nothing special, just one more. And my life is not as incredible as it seems, Gervasio was only by my side to please me for money, like now Mario, my new personal trainer.
I discharge my frustrations in sex, living locked up in a huge crystal castle, so alone and cold as my heart, hating myself day after day with my true husband, pretending to be who we're not, the ideal couple.
I have a daughter, didn't you know? I haven't had news from her for a couple of years, she despises me, and I shame her in front of her high-society friends
In short, I don't know why I'm writing this, I just needed to do it
I apologize for all the problems I caused you and please, don't let your wife hate me, she's a good woman
She wrote some farewell words, and I was left caressing the screen of my cell phone, as if I were caressing her, I preferred to stay with her image in memory, with that spectacular physique, drawn by hand by the best artist, and with the intimate time she gave me without asking, deserving it, or dreaming...
If you liked this story, you can write to me with title THE LAST SHOT at dulces.placeres@live.com
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EL ULTIMO DISPARO
Alguna vez había sido joven, es cierto, muchísimos años atrás.
El menor de tres hermanos, papá había fallecido cuando yo era muy pequeño y no tengo recuerdos de él y lo poco que supe de él es por lo que me ha comentado mi entorno, mi familia.
Mis hermanos mayores pronto hicieron sus propias familias y solo se dio esa situación un tanto lógica de quedarme a cuidado de mamá, situación que me agradaba, puesto que era notorio que yo era su preferido, aunque ella siempre lo negara, y solo a tono de broma, ella fue mi primer amor
Tenía apenas veintiuno cuando un par de cosas se combinaron en mi vida, una ruptura repentina con Nélida, mi novia de esos días al enterarme que ella me engañaba con uno de mis mejores amigos y la muerte repentina de mi madre cuando ella parecía gozar de perfecta salud.
Fueron dos golpes potentes, combinados, demasiados grandes como para poder sostenerme en pie y los lazos que me anclaban a mi pueblo natal se cortaron en un parpadeo.
Trabajaba ya en un banco muy conocido, estaba haciendo carrera y don Jacinto, quien tenía fuertes influencias y había sido estrecho amigo de mi padre, me llevaba de la mano, era mi guía y me quería como a un hijo.
El estaba al tanto de mis pérdidas, de ambas, de mamá y de Nélida, me notaba deprimido, perdido y desconectado de la realidad, y en forma previsible mi rendimiento laboral estaba muy por debajo de lo esperado. Una tarde me llamó a su despacho para charlar, a puertas cerradas y con un humeante café de por medio.
Recuerdo que el fumaba un puro, vestía muy a la moda de esos días, acariciando los tiradores que sostenían sus pantalones grises, usando una impecable camisa celeste, con la mirada perdida por el amplio ventanal de la oficina, me habló de la vida y sabía por lo que estaba pasando, me hizo una oferta, me había conseguido un puesto equivalente en otra sucursal que estaba a quinientos kilómetros de distancia, sobre una pequeña ciudad que se emplazaba a orillas del mar
Dos años - me dijo - te vas dos años, te tranquilizas, respiras, rearmas tu vida, acomodas tu cabeza y luego vuelves, dos años pasan volando, te hará bien. De paso, aprendes nuevas costumbres, irás a un pueblo chico donde no tendrás todo al alcance de la mano, pero vivirás mucho más tranquilo
Tomé su consejo, mis hermanos con esposas e hijos me despidieron en una íntima cena familiar, dije 'hasta pronto' a mis amigos de toda la vida y emprendí el viaje con una maleta bajo el brazo, para dejar atrás mi pasado con una intrigante promesa de futuro
Dos años pasan rápido había dicho, era cierto, pero en dos años pasan muchas cosas, demasiadas. En unos meses la entidad bancaria fue adquirida por otra de mayor peso y el señor Jacinto fue relegado a segundo plano, perdiendo sus influencias, poco tiempo después le ofrecieron un retiro anticipado con mucho dinero, y con eso, mi puerta de regreso se cerró de golpe, ya nadie me facilitaba el camino para mi retorno, mi lugar ya no estaba disponible, entonces, o seguía trabajando a orillas del mar en donde estaba, o me buscaba otro empleo si es que quería volver a mi ciudad natal, pero las palabra de don Jacinto ya eran historia
Además, yo había conocido a Guadalupe, una de las tantas compañeras de trabajo y me llevaba muy bien con ella, y sin querer nos enamoramos.
Guadalupe era única hija de un matrimonio de ascendencia tana que solo sabían trabajar y ahorrar dinero, su padre, era uno de los tantos sufridos que habían escapado de la segunda guerra buscando sobrevivir en estas tierras, había levantado con sus manos un complejo de tres pequeños departamentos que arrendaba en épocas veraniegas a las familias que iban a vacacionar, hacia muy buena plata y con eso se ganaba la vida.
Pasaron los años, Guada y yo nos casamos, llegaron los hijos, y tomé a esa ciudad como propia, mis suegros envejecían y ya tenían seis departamentos que mantener. Era ya mucho trabajo para ellos, hicimos cuentas y era más tentador trabajar en ese proyecto familiar que como eternos empleados del banco.
Primero renunció mi mujer y un par de años más tarde hice lo propio.
Aprendí el oficio, a hacer mantenimiento edilicio, cortar el césped, pintar, y todo lo que hiciese falta, además, a negociar con los clientes de turno, tenía experiencia del banco, pero esto era otro tema, poner tarifas, arrendar por días por quincenas, por mes, y así me transformé en la mano derecha de mi suegro.
Cuando él falleció Guada y yo quedamos al frente del negocio, y las vueltas de la vida, jamás había imaginado vivir la vida que estaba viviendo.
El mundo siguió girando, envejecimos, con sesenta almanaques en el lomo la vida se nos escurría como arena entre los dedos, nuestros hijos adolescentes no veían mucho futuro en un pequeño pueblito costero y no vieron con buenos ojos seguir con el negocio familiar de la familia, por lo que volaron con sus ilusiones a la gran ciudad, haciendo el camino inverso que yo había hecho en mi juventud y después que falleciera mi suegra quedamos Guada y yo solos, para hacernos mutua compañía y caminar juntos los pasos que nos quedaran por caminar
Setenta y tres años, y si, el sexo era un bello recuerdo en nuestro presente, ella estaba excedida de peso, demasiado, con problemas en las articulaciones de las rodillas, le era imposible subir las escaleras por lo que generalmente ella estaba en la oficina con el papeleo y yo era quien mostraba los departamentos para alquiler, y todo funcionaba de maravillas, ganábamos más dinero del que necesitábamos y a nuestra edad ya no queríamos hacer fortuna, solo vivir tranquilos, llegan esos días en que te das cuenta que lo que no tiene precio es el tiempo que te queda por delante
Y conocimos gente, imaginen si pasaron familias por nuestros departamentos en años y años de alquileres, personas buenas, que cuidaban las cosas como si fueran propias, personas complicadas, que destruían todo, personas con las dejamos algún rastro de amistad, personas con la que discutimos por todo, y todo lo creí vivido, hasta ese mes de noviembre...
Estaba en los días de mantenimiento fuerte previos a la temporada veraniega que se acercaba, pintando las rejas de uno de los departamentos, cuando Guada me llamo al celular, había una pareja interesada en alquilar unos días. Fui en cuanto pude, mi esposa ya le había pasado los detalles y las tarifas, y esperaban que yo le mostrara las opciones para que tomaran una decisión
El aparentaba entre treinta y cinco y cuarenta y cinco, alto, musculoso, bronceado, con un jopo y unas patillas muy al estilo Elvis Presley, fuera de época, pero sin dudas lo hacían ver muy seductor, ella, una morocha de largos cabellos lacios, entre cuarenta y cinco y cincuenta y cinco, y tenía encima todas las cirugías, todo el gimnasio y todo lo que se imaginen para verse sencillamente espectacular, Guada y yo éramos dos personas comunes y corrientes que la vida les había pasado por arriba, pero esta pareja, parecían modelos de televisión
Eligieron el departamento más caro, el que tenía vista al mar, el que tenía jacuzzi, el de mayor espacio y el que casualmente estaba edificado encima de nuestro propio departamento. Guada, como de costumbre, le tomó todos los datos y recibió el pago de la estadía, luego acompañe a Gervasio - ese era su nombre - a que acomodara su SUV en el garaje asignado, después a Brenda - ese era el de ella - al departamento para darle las ultimas instrucciones y dejarle las llaves.
Los problemas empezarían esa misma noche, apenas conciliamos el sueño, fuimos despertados por los ruidos que provenían del piso superior, de los recientes inquilinos, donde parecía haberse desatado una carnicería, gritos, gemidos, aullidos, saltos en la cama, el chirrear de las patas de la misma, palabras subidas de tono, propias de una película condicionada, de una manera casi sobrenatural, que se prolongaron por unas interminables cuatro horas.
Al día siguiente, mi esposa estaría insoportable, había dormido muy mal y ella era de unos conceptos muy diferentes en cuanto a la sexualidad, por una crianza de otra generación, para ella todo era íntimo, secreto, prohibido y como directamente me dijo 'es una mujerzuela...'
Las cosas se complicarían a la hora de la siesta, cuando la historia volvería a repetirse, y en la siguiente noche, otra vez.
Guadalupe se transformó por la situación, ella era siempre la de sonreír a los clientes, pero descargaba por lo bajo sus quejas hacia a mí, para que fuera 'el malo de la película', así que estaba acostumbrado a tomar los problemas en mis manos, y había tenido muchas discusiones por problemas del día a día, pero esto, era diferente, que decirle? que reprocharle? ruidos molestos? no sabía cómo encarar el tema y en verdad, me daba vergüenza
Pero con el correr de los días, la situación solo se empeoró, y mi esposa me puso entre la espada y la pared.
Subí los veinte escalones que separaban ambas plantas con miles de dudas, porque no sabía que iba a decirle a Gervasio para que no lo tomara a mal, pero tampoco podía seguir discutiendo con mi mujer, a cada paso sentía que me pesaban los pies y más me acercaba peor era. Llegué a la puerta, se escuchaba la tv encendida, golpeé suavemente con discreción, pasaron unos minutos sin respuesta, volví a golpear ahora con mayor insistencia.
Sentí bajar el volumen de la tv, y segundos después ella abrió la puerta, me sorprendió, terminaba de ducharse, envuelta en una gran toalla anudada en los pechos hasta por debajo de la cola, como usan las mujeres, descalza, su piel húmeda y sus cabellos chorreando agua.
Me quedé mudo, balbuceando, sin saber que decir, Brenda se rio y con demasiada confianza me tomó de la mano y me jaló hacia dentro.
Me preguntó que sucedía, y le dije que la situación me incomodaba, ella estaba casi desnuda, no veía que Gervasio estuviera presente y si llegara, que le diría a su esposo?
Ella empezó a reírse con ganas, 'esposo', repitió, me dijo que no, no era su esposo, era su personal trainer, hoy era Gervasio, ayer había sido otro y mañana podía ser cualquiera. Su esposo, vivía un matrimonio de fantasías y apariencias, solo pagaba sus caprichos para que no molestara, su esposo tenía sus chicas por ahí, en una vida de millonarios de otro mundo.
Así son las cosas - me dijo - a ambos nos conviene mantener esta unión, pero vivimos separados en la misma casa, casi no nos dirigimos la palabra...
No esperaba esa charla y por cierto me sentí más liberado para tocar el tema, pero ella, lejos de amilanarse, pareció doblegar la apuesta, jamás le advertimos nada antes, y además la calidad de la cama dejaba mucho que desear.
Estaba tartamudo y nervioso, el sudor poblaba mi frente, me sentí hasta intimidado, recordé a mi mujer, porque también le tendría que dar explicaciones a ella, entonces le ofrecí cambiarse a uno de los departamentos del fondo, y podría quedarse unos días más a cambio, pero ella se acercó a mi lado y me dijo que no, ese departamento tenía yacusi y a ella le encantaba hacerlo en el yacusi.
No solo volví resignado y con las manos vacías, sino con una calentura terrible, porque esa mujer te acosaba y era muy directa con algunas palabras y poses a las que yo no estaba acostumbrado.
Le inventé una historia a mi mujer, solo para apaciguar las aguas.
Pero 'la guerra' en el piso superior empezaría nuevamente en corto tiempo, una vez y otra vez, y otra más, parecían no tener paz...
Esa tarde, Guadalupe molesta por los ruidos del piso superior, y furiosa conmigo porque no hacía nada por evitarlo, se fue de compras al centro de la ciudad, por lo que decidí volver a subir las escaleras para hablar con ellos, debía darle un corte
Golpee con fuerza, y Gervasio en esta oportunidad abrió la puerta, como si fuera lo más natural del mundo, me palmeó en el pecho y me dijo
Se la dejo un rato, está loca y enferma...
I was fearful until the bedroom, she was lying face down under the bed, it was a complete disaster, used condoms, toys, lingerie everywhere, she unmovable, playing with some intimate creams, with her terrible naked ass, without shame, inviting me to join her.
I sat on the bed, she took off my glasses and started kissing me deeply, wildly, advancing mercilessly, bothering me, what could I do with 73 years old?
She lowered my pants and started sucking my cock, although my head wanted to, my cock didn't.
She asked how I was feeling from the heart and gave me a miraculous pill to take, what the hell was going on...
Brenda pushed me back onto the bed and sat on my face, not expecting her to suck me off, just rubbing with force her hot pussy all over my face, once and again, I could see her artificial tits bouncing while she sucked between moans a big dildo from all the ones scattered around the place.
I grabbed her hips, her waist, squeezed her tits, and fell into the count that, despite so many casual tenants, never had anything like what was happening to me happen before.
She was a demon, crazy, really crazy...
After sucking that toy for a good while, she put it all the way in her ass without bothering at all how thick it looked, took it out and kept sucking, then put it back in her ass, and the miracle happened, I felt fire between my legs, I had an erection and she noticed, started masturbating me, and just sat on my cock, making it enter her pussy, with the toy still in her ass, and only moved, her screams escaped through the windows, the bed creaked begging for mercy, and I was living firsthand what she lived every instant.
Then she got down on all fours, with her enormous ass pointing to my side, with her sphincter completely dilated by the toy that went deeper each time, asking me to... I'll translate the text from Spanish to English without adding any notes or explanatory text:
I would have taken her with all my strength, very deep, she took hold of the bed frame at the bottom of the bed and I moved inside her with everything I could do at my age.
Each time I advanced, she retreated, making herself insert deeply; I grabbed her by the waist and looked with pleasure at the comforter buried in her ass, she clung to the backrest and the bed shook from side to side, going and coming, and in those movements I would reach my final shot, and on the unconscious of those oscillations the bed finally gave way to a predictable break and we fell onto the floor with a moderate impact.
We laughed for a bit, just a little, since she hadn't finished yet; she took me by the nape of the neck and kissed me deeply, it didn't bother her that there was an age difference between us, because she was a girl to me, regardless of our appearances, because she was a doll to me, regardless of our sexuality, because she was a tornado to me.
Brenda took my lips to her breasts for me to lick them for a good while; I felt those prostheses under the skin, and I bit her nipples with sweetness, one and then the other, it was too much reward for an old decrepit like me.
To finish, she took me between her legs again, so I could lick her depilated pussy that tasted of semen, the little semen my body could still produce.
I had to call a trusted carpenter to repair the broken bed and also reinforce it to avoid future problems; I also had to find a way to hide the expense from my wife and keep the secret, as it was my first infidelity in life.
That same night, we would hear noises again on the floor above, and despite my wife being furious about it and me not doing anything about it, the truth is that nothing could be done; Brenda had bought my silence and fidelity.
That same night, my wife also had to apply ice to my arm; I had been hit by her when we fell off the bed and didn't... I fixed until my old bones hurt in the evening, and I also had to invent another story with all the pain of my soul.
When they left, Guada bid them farewell with a false smile, with thanks and the offer that they would return soon, although she knew she would never rent an apartment to them again. But my part felt relief, but also nostalgia, as peace and harmony would finally return to the upper room and also my relationship with my beloved wife, but also the woman who had made me a man for the last time was leaving.
Some time later I received a written message on my WhatsApp, a farewell in its own right, it took me by surprise
I'm not what you think, I liked making love to you, but I have to be frank, you were nothing special, just one more. And my life is not as incredible as it seems, Gervasio was only by my side to please me for money, like now Mario, my new personal trainer.
I discharge my frustrations in sex, living locked up in a huge crystal castle, so alone and cold as my heart, hating myself day after day with my true husband, pretending to be who we're not, the ideal couple.
I have a daughter, didn't you know? I haven't had news from her for a couple of years, she despises me, and I shame her in front of her high-society friends
In short, I don't know why I'm writing this, I just needed to do it
I apologize for all the problems I caused you and please, don't let your wife hate me, she's a good woman
She wrote some farewell words, and I was left caressing the screen of my cell phone, as if I were caressing her, I preferred to stay with her image in memory, with that spectacular physique, drawn by hand by the best artist, and with the intimate time she gave me without asking, deserving it, or dreaming...
If you liked this story, you can write to me with title THE LAST SHOT at dulces.placeres@live.com
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