Me enamoré de una ninfómana y no lo sabía (III parte)

Como he comentado anteriormente, quiero compartir con ustedes algunas explosivas experiencias vividas con mi anterior pareja las cuales se dieron por casualidad después de una discusión pero que me llevaron a plantearme que si quería seguir con ella debía cambiar las reglas de nuestra relación y entender que el amor no es posesión.
Continuando con el orden cronológico de las cosas a medida que fueron sucediendo, había comentado que Helena, mi novia de entonces, ahora se encontraba trabajando en un outsourcing de manejo de información y datos para empresas como bancos y algunas entidades estatales y que en ese lugar inicialmente había tenido una aventura con el contador quien es un hombre casado y de unos 60 años y que había otro compañero de una edad más cercana a la de ella que la estaba cortejando. Obviamente todo sucedió con la más absoluta reserva para evitar inconvenientes en la empresa y que nadie se enterara de sus aventuras.
Helena era muy joven y aún estaba desarrollando su personalidad, pero ya se notaba que iba a ser de esas personas de mente abierta y que disfrutan del sexo como una diversión más, igual que tomarse unos tragos, escuchar música, ver una película, ir a una fiesta, salir con sus amigos, etc. Sin necesidad de enredarle sentimientos al tema.
El sexo es una necesidad humana como comer, dormir o ir al baño, que también debe ser satisfecha para obtener un placer específico.
Lo que sucede en nuestra sociedad es que hay estereotipos creados donde la gente piensa que únicamente se puede satisfacer esta necesidad con la pareja, pero ¿qué pasa si estás lejos de casa y tienes que cenar en un restaurante?, o si por cuestiones de trabajo debes viajar constantemente y tienes que dormir en hoteles?
Igual sucede con el sexo, si estás en un escenario donde tu pareja no está presente y sientes esa necesidad, tu subconsciente te dirá que busques satisfacerla con alguien que al menos medianamente te agrade. Insisto, una cosa es el placer sexual y otra cosa es los sentimientos, ahora bien, si puedes hacerlo con la persona amada, mucho mejor, es algo en lo que estoy de acuerdo.
Entrando en materia, al poco tiempo de entrar a trabajar allí, un compañero se fijó en ella y empezó a hablarle para ganarse su amistad.
Su nombre es Vladimir y tenía 25 años, medía 1,70 m y trabajaba como mensajero de la empresa y para cumplir su labor se movilizaba en su propia motocicleta.
Poco a poco hablando de temas laborales fue buscándole conversación y ganándose su confianza y ya después estaban conversando temas personales. A veces almorzaban juntos en el comedor de la empresa cuando él se encontraba en la oficina a mediodía.
De esa manera fueron conociéndose poco a poco. Ella le explicó que tenía una relación conmigo hacía unos años, que vivía con sus padres y que estaba estudiando en la universidad que se encontraba cerca de ahí, y él también le dijo que vivía con sus padres, que no tenía novia y no estaba estudiando.
Durante todo este tiempo ella seguía teniendo eventuales aventuras con el contador, con el que salían más o menos una vez por semana o a veces una vez cada dos semanas pero como dije, en esa empresa nadie se enteró.
Con el paso del tiempo se hicieron buenos amigos, pero poco a poco Vladimir se fue enamorando de ella pues su atracción inicial se convirtió en sentimientos de amor y deseo.
Naturalmente Helena me comentaba todo el tiempo las cosas que iban sucediendo pues así habíamos acordado. Cualquier experiencia que fuera teniendo desde el principio hasta el final me la explicaría con todo detalle.
Un buen día Vladimir le manifestó sus sentimientos. Para Helena no fue una sorpresa pues ya lo venía sospechando por las actitudes que él tenía hacia ella, y ese día Helena le recordó que ya tenía una relación conmigo, pero él insistió que la quería y que quería tener algo con ella, que estaba dispuesto a lo que fuera con tal de estar con ella.
Helena en ese momento no le dijo nada por obvias razones, guardó silencio y todo quedó en suspenso, pero prometió darle respuesta.
Ese fin de semana hablamos del tema ella y yo y aunque me aclaró que no estaba precisamente enamorada de Vladimir, si sentía un afecto diferente y especial hacia él pues además de haber sido muy atento con ella, había demostrado ser sincero y leal, y no sabía que hacer para no llegar a herirlo.
Era la primera vez que nos sucedía algo así y después de discutirlo y de analizar los pros y los contras de la situación pues había riesgos, decidimos de mutuo acuerdo que podían tener una especie de relación más allá de la amistad, pero sin llegar a ser un noviazgo oficial, una relación secundaria y que siempre estaría condicionada a lo que decidiéramos ella y yo a medida que se iban desarrollando las cosas y que ella como siempre seguiría siendo completamente honesta conmigo respecto a sus sentimientos.
El lunes de la semana siguiente ella le pidió que hablaran después de salir de su trabajo, y en una café a pocas cuadras de ahí empezó una relación corta pero extraña. Vladimir se puso feliz y la abrazó y le dio un largo y apasionado beso.
Como era de esperarse, el viernes de esa misma semana salieron juntos después del trabajo. Irían a un bar cercano a la casa de él después de guardar la moto.
Estuvieron bebiendo unos vinos, escuchando música y hablando de todo y de todos, luego de eso aproximadamente a las 9 pm se fueron a la casa.
Vladimir ocupaba un pequeño apartamento en el tercer piso de la casa donde vivía y sus papás vivían en el segundo. Entraron en silencio para que ellos no notaran que llevaba compañía.
Ya estando a solas en la habitación, él cerró la puerta con seguro, encendió la televisión para tener ruido de fondo y empezó a besarla mientras se iban tocando mutuamente y su excitación iba en aumento. Vladimir se quitó la chaqueta y se abrió la camisa. Mi novia se quitó también su chaqueta y zapatos y se sentó al borde de la cama haciéndole señas para que él se hiciera frente a ella.
Y así mientras ella acariciaba su pene que ya se sentía durísimo por encima del pantalón, lentamente lo iba desabrochando y bajando la cremallera, alistándose para darle una buena mamada como ella las sabe hacer pues para eso es una experta, cuando yo empecé a salir con ella aún no sabía hacerlo así pero poco a poco fue aprendiendo, practicando conmigo y con sus otros amigos hasta llegar a hacerlo como toda una maestra. Lo que no sabía era que muy pronto se iba a llevar literalmente una enorme sorpresa…
Estando él con el pantalón abajo y tan pronto como ella le bajó el calzoncillo, saltó ante sus ojos un pene como ella nunca antes había visto…
A pesar de haber tenido ya experiencias sexuales con varios hombres a sus 21 años, nunca había probado un pene tipo hongo y el que ahora estaba a punto de comerse tenía unos 17 cm de largo, estaba circuncidado, de un grosor promedio, vello púbico abundante pero arreglado, sólo tenía rasurados los testículos, y un enorme glande rosado del tamaño de un huevo grande de gallina.
Helena no pudo disimular su sorpresa al ver ese pene tan particular y extraño y él por supuesto lo notó. Ella le dijo que era la primera vez que veía un pene así y él le aseguró que por el tamaño de su cabeza podía hacerle sentir cosas que no había sentido antes, lo cual despertó aún más su curiosidad.
Después de la sorpresa inicial y más llevada por la curiosidad que el deseo se acomodaron para vivir lo que sería en realidad una deliciosa experiencia para los dos. Vladimir se recostó sobre la cama habiéndose desnudado completamente de la cintura para abajo y ella se colocó entre sus piernas y mientras él la sujetaba suavemente a ella por la cabeza con ambas manos acariciando sus negros y lisos cabellos, ella empezó a hacerle un buen sexo oral por unos diez minutos recorriéndolo todo con su lengua empezando por los huevos que era lo único que tenía rasurado, subiendo luego por el tronco y su base velluda hasta su enorme glande lamiéndolo todo desde la corona y jugando con su lengua en la abertura de la uretra hasta que logró hacerlo eyacular.
Al día siguiente cuando nos vimos, ella me dio los detalles de esa noche. Me contaría que ese glande por su tamaño ocupaba prácticamente todo el espacio de su boca y que cuando lo sintió eyacular, el chorro de semen cayó directamente al fondo de su garganta sin darle siquiera la oportunidad de saborearlo como a ella le gusta hacer cuando sale por primera vez con un hombre, pues según me ha dicho en su experiencia el sabor del semen no es igual en todos los hombres, que la mayoría de los que ella ha probado son como dulces y suaves, hay otros que no tienen mayor sabor y algunos que son amargos, pero que en algunas ocasiones antes de conocernos, como en fiestas con sus amiguitos de colegio o con tipos que había conocido por ahí en algún bar cuando salía con sus amigas, también le habían salido algunos un poco salados y otros entre ácidos y agrios.
Según ella, por ejemplo, mi semen así como el de Andrés son un poco amargos, el de Jonathan y el de Giovanni es un poco insípido, pero que el del contador de la oficina con el que salía a veces, el señor de 60 años así como el de José quien fue su primer novio si era un poco dulce. Para quien no sepa quienes son ellos pueden leer mis anteriores relatos pues todo esto es una misma historia que vengo narrando a medida que fueron pasando las cosas.
A Helena siempre le ha gustado mucho hacer sexo oral, probar el semen y comérselo, le encanta eso, me lo dejó aclarado desde el principio de la relación y yo nunca he tenido ningún problema con que lo haga. Lo ha hecho desde antes de conocernos, lo hizo durante todo éste tiempo y lo seguirá haciendo. Para mí que mi pareja haga cosas como enviar y recibir fotos desnuda por WhatsApp, coquetear con amigos, los besos y hasta el sexo oral siempre han sido parte de un juego de atracción y seducción muy propio de los seres humanos, para mí la infidelidad viene cuando hay sexo de penetración sin estar yo enterado de lo que sucede.
Hacer mamadas siempre ha sido como un fetiche para ella. A lo largo de su vida ha conocido muchos hombres en distintos escenarios que han querido estar con ella y aunque no ha llegado a acostarse con ellos, si les ha hecho felaciones. Una vez le pregunte que con cuantos hombres había estado y según ella, a sus 21 años, con Vladimir iban 12 incluyéndome, pero que le había hecho sexo oral mas o menos a unos 25.
En fin, cuando me dijo eso que se le había tragado la corrida a Vladimir sin haberlo saboreado a mí me dio mucha risa porque además me lo dijo en un tono como de tragedia, jajaja…
Yo le dije que bueno, que para la próxima vez que estuviera con él tuviera precaución de no tenerlo todo metido en la boca para que no le volviera a suceder.
Efectivamente unos días después me confirmó que Vladimir también es un poco amargo como Andrés y yo.
A lo largo de esa primera noche que estuvieron juntos tuvieron sexo en 4 ocasiones y en la mañana del día siguiente 2 veces más al despertar y en la ducha. Vladimir la había penetrado en distintas posiciones como el misionero, en cuatro patas al borde de la cama, ella cabalgando sobre él, acostados de lado y también sentados en una silla, cayendo a dormir alrededor de las 4 am y despertándose después de las 10 am.
Como había dicho anteriormente, ese sábado por la noche nos vimos ella y yo para cenar algo y allí me comentó todos estos detalles. En sus palabras me explicó que con un glande de ese tamaño si era verdad que se sentía más intensamente la penetración y que el roce de ese enorme huevo en sus paredes vaginales entrando y saliendo le hacía sentir más placer que un pene normal, aunque costaba un poco de trabajo hacerlo entrar por el orificio de la vagina.
Así poco a poco fue pasando el tiempo y durante las siguientes semanas y siempre que les fuera posible, mi mujer que había quedado tan feliz y encantada con su nuevo y extraño juguete, se escapaba con Vladimir en la moto a la hora del almuerzo o a las 6 pm después de salir de trabajar hasta un motel cercano (el mismo donde iba a veces con el contador y que una vez fue conmigo y donde ya la distinguían los empleados) a darse un poco de placer extremo. Normalmente iban 3 o 4 días a la semana de lunes a viernes pues los fines de semana por lo general ella estaba conmigo y de esa manera todos la pasábamos bien.
En cierta ocasión y llevado yo también de la curiosidad por las maravillas que ella decía de su nuevo juguete le pedí que la próxima vez que estuviera con él le tomara algunas fotos para ver como era y porqué la tenía a ella tan entusiasmada pero que no le dijera que eran para mí sino para enviárselas a unas amigas y para tenerlas guardadas en el celular.
Helena le comentó a Vladimir y él accedió sin problemas y esa tarde después de salir de trabajar estando en el motel, le tomó algunas fotos y me las envió a mi celular.
En la primera de ellas se le veía a él recostado en la cama, del abdomen casi hasta las rodillas, en un primer plano sus genitales y su pene erecto y de verdad se notaba que tenía una cabeza bastante grande, enorme y rosada que hasta daban ganas de chuparla.
En la siguiente foto estaba ella mirando a la cámara y besando la enorme cabeza y en la siguiente ya se la había tragado toda.
La cuarta foto fue tomada con temporizador colocando el celular a los pies de la cama mientras ella se colocaba sobre él de espaldas al celular cabalgándolo y con el pene tocando su vagina, listo para entrar, y en la última foto ya estaba totalmente sentada sobre él de manera que solo se veían sus huevos tocando su culo.
Confieso que fue bastante emocionante y excitante para mí verla así y tuve que masturbarme.
Un buen día un grupo de compañeros de la empresa donde ellos trabajaban había organizado una salida a una discoteca un viernes de un mes de octubre, después de salir de trabajar y ella por supuesto estaba invitada. El grupo estaba formado por unas 20 personas de distintas áreas de la empresa y Vladimir también iba a ir.
Esa noche todo iba muy bien, estaban bailando, cantando y tomando. Vladimir tenía la moto y no podía beber licor, aun así se unió al grupo.
Ya había pasado un buen rato y la gente estaba algo mareada y desinhibida, la pista de baile seguía llena y el ambiente estaba bastante animado cuando Vladimir desde la mesa donde estaban todos, alcanzó a ver casi al otro lado de la pista de baile a Helena que estaba bailando y besándose con otro compañero de trabajo, un muchacho del área de operaciones, y enseguida se enfureció.
El disco que sonaba en ese momento era una mezcla y tardó unos 15 minutos en terminarse mientras Vladimir solo podía mirarlos desde la mesa e intentaba controlarse para no perder la cabeza y armar un espectáculo ahí delante de todos porque ellos estaban bailando muy pegados y mientras se besaban él bajaba sus manos hasta tocarle las nalgas y acariciarle suavemente el culo, y al terminar la mezcla y volver ellos a la mesa, él recogió sus cosas y la tomó de la mano disimuladamente y salieron del lugar.
Vladimir llevado por los celos le reclamó por haberse estado besando con el otro muchacho. Inmediatamente prendió la motocicleta y se la llevó para la casa. Ella se molestó un poco pero no le prestó mayor atención. Al otro día ella me contó que esa noche se había dejado llevar por el licor pues había tomado un poco más de la cuenta y que ese muchacho con el que se estaba besando estaba muy excitado pues al bailar tan pegados podía sentirle la erección y que de no haber ido Vladimir esa noche con toda seguridad habría amanecido con él en el motel porque él ya se lo había propuesto.
El trayecto hasta la casa era de más o menos media hora. Cuando llegaron a la casa eran casi las 11 pm y a pesar de lo molesto de la situación, discutieron un poco pero las cosas pronto se calmaron, arreglaron todo con un beso y obviamente tuvieron sexo un par de veces esa noche antes de quedarse dormidos. A la mañana siguiente él la volvió a penetrar un par de veces antes de levantarse primero y después en la ducha mientras se bañaban juntos.
Hacía tiempo ya que Vladimir sentía y asumía que Helena era su mujer y que él era su dueño y por lo tanto actuaba como tal, incluso a veces la celaba conmigo mismo.
Tiempo después de ese incidente y cuando las cosas otra vez habían vuelto a la normalidad entre ellos, Vladimir se atrevió a proponerle a Helena que tuvieran sexo anal y que si ella se animaría sabiendo que su pene era tan cabezón, y a ella esa idea empezó a darle vueltas en la cabeza.
Yo le dije que si la vez que lo habíamos intentado ella y yo no habíamos logrado hacerlo, con él le sería casi imposible y que necesitaría muchos preparativos para lograr alcanzar una buena dilatación y que en lo posible no le doliera y evitar tener una mala experiencia porque prácticamente iba a ser él quien le quitara esa virginidad.
Decidieron hacer la prueba un sábado por la tarde, pues habría tiempo suficiente para los preparativos que habían visto en internet. Ella misma compró un lubricante en gel que había visto en una farmacia. Incluso se sintió un poco diabla y jugó un momento con el muchacho vendedor al preguntarle que si ese gel le servía para tener sexo anal y que le explicara cómo debía usarlo. El muchacho como pudo le explicó y ella hacía como que le prestaba mucha atención.
Ese día él paso a recogerla a su casa a las 2 pm, fueron a dar una vuelta, almorzaron y después se fueron para su casa, se encerraron en la habitación de Vladimir. Primero según ella, hubo penetración vaginal normal un rato, pero sin llegar a eyacular para encender los ánimos, y enseguida ella se recostó boca abajo abriendo un poco las piernas y colocando una almohada bajo su vientre quedando con el culo expuesto, de esa manera él podía empezar a estimularla acariciando sus nalgas primero y después pasándole su la lengua por el ano, pasando después a la estimulación con los dedos y el lubricante. Poco a poco a medida que ella lo permitía él iba introduciéndole despacio primero uno y luego dos dedos, el índice y el medio para hacerla dilatar, metiéndolos y sacándolos despacio y de manera que ella lo pudiera tolerar.
Cuando pensaron que ella ya estaba lista aproximadamente una hora después de haberla estado estimulando, la hizo ponerse en 4 patas abriendo bien las piernas sobre el borde de la cama y agachando la cabeza para morder la almohada por si iba a gritar y aplicándose bastante lubricante en todo el pene, colocó su enorme glande en la entrada de su culito, la agarró con ambas manos de la cintura y muy despacio empezó a empujar.
Poco a poco su gran cabeza desaparecía en las entrañas de mi amada Helena mientras ella agarraba una almohada para ahogar algunos gritos pues a pesar de la preparación podía sentir que le dolía y le incomodaba un poco pues ciertamente esa primera vez no suele ser tan placentera.
Sin embargo, Vladimir continuó penetrándola despacio hasta el fondo, metiéndole y sacándole sus 17 cm siempre muy despacio y sin parar, teniendo cuidado de no sacar el glande de su recto para no hacer más dolorosa la experiencia pues lo que más le había dolido a ella obviamente fue la dilatación extrema de su esfínter al paso de su hinchado capullo.
Así pasaron quizá unos eternos 15 minutos hasta que el no aguanto más, la agarro firmemente por la cintura, se lo enterró todo hasta el fondo y libero su descarga entre gemidos y espasmos.
Esa noche no lo hicieron más. Ambos tomaron una ducha para asearse y se acostaron desnudos a ver televisión mientras se quedaban dormidos.
De esa manera mi querida noviecita había acabado de perder su virginidad anal y de qué manera con el otro hombre que también le decía que la amaba y que quería hacerla sólo suya.
Al día siguiente domingo por la mañana, ella se encontraba aún un poco maltratada y aunque no tenía ganas de más, le permitió a él penetrarla por vía vaginal pues él si había amanecido con ganas, así que abrió las piernas y lo dejó entrar.
Tuvo una molestia para caminar y para permanecer sentada mucho tiempo hasta el miércoles de ésa semana, por supuesto esa semana descansó un poco de tanta vida loca.
A pesar de todo a ella le gustó la experiencia porque me dijo que quería volverlo a hacer cuando se sintiera mejor, y con el paso del tiempo y poco a poco fueron incorporando el sexo anal dentro de sus prácticas habituales.
Paulatinamente ella se fue acostumbrando y dilataba cada vez mejor, y Vladimir cada vez le pedía más hacerlo así.
Pero como nada dura para siempre y todo tiene un final, esta historia de amor también habría de terminar, y todo sucedió un día sábado por la mañana al poco tiempo de despertar cuando después de haberse comido juntos desde el viernes por la noche como lo venían haciendo semana tras semana desde hacía ya 6 meses, y mientras ella estaba en cuatro patas y Vladimir la penetraba por detrás sobre la cama, ocurrió un inesperado accidente que suele suceder en éstos casos cuando la mujer no ha ido al baño a evacuar su intestino.
Después de esa bochornosa escena se apagó la llama de la pasión, ella se llenó de vergüenza y corrió a asearse y salió lo más pronto posible de aquella casa.
Él se encargó de limpiar el cuarto y lavar las sábanas, pero ella se llenó de mucha vergüenza y no lo pudo superar y ese fue el fin de esa relación.
A pesar de todo ella recuerda esos 6 meses de manera especial pues disfrutó al máximo esa sensación de gran placer que le producía ese enorme glande recorriendo sus entrañas.
Al año siguiente organizamos un viaje terrestre a la costa caribe con el objetivo de visitar unos amigos míos unos días y luego continuar el trayecto hasta la ciudad de Cartagena, pero eso será material de la próxima historia.
¡Hasta pronto!

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