Reencuentro con garche adolescente


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Si les interesa la historia completa, con las partes de Agus y leerla en orden, sigan los siguientes enlaces.
- Me recibí de maestra de un nene (Primera Parte)
- El cumple de mi primo
- Me recibí de maestra de un nene (Segunda Parte)
- Mi juguetito
- Me recibí de maestra de un nene (Tercera Parte)
- ESTE RELATO
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Varios años atrás, en un cumpleaños de mi primo, había estado con uno de sus amigos. En ese entonces, Seba (ese era su nombre) recién empezaba a garchar así que en los meses que nos vimos practicamente me lo cogía yo. Por eso es que lo llamaba mi juguetito, porque hacía lo que quería con él, cuando quería.

Después de esos meses nos cortamos un poco y no nos volvimos a ver, hasta el año pasado, en otro cumple de mi primo donde lo encontré. Estaba crecidito y más fuerte que antes, cosa que me gustó mucho.

Nos pusimos a hablar un rato de nuestras vidas hasta que llegaron los recuerdos. "Te acordás lo que pasó en esa mesa?", me preguntó, señalando a la cocina. Como me iba a olvidar! Yo acostada con las piernas en sus hombros y él poniéndomela con todas sus fuerzas.

Cruzamos unas miradas cómplices, se notaba que ahora estaba más despierto que en ese entonces. Si bien sabía que de ahí me iba con él a garchar donde sea, quería recordar esas épocas adolescentes donde me mandaba algunas locuras.

Lo miré sonriendo y clavándole la mirada me levanté y me fui para el baño. Entré y dejé la puerta entreabierta. Al rato entra Seba y pone la traba. El sonido del pasador trabando la puerta me calentó de tal manera que me tiré encima suyo y le comí la boca.

Mientras nos besábamos nos sacábamos la ropa y la dejamos desparramada por el piso. Me arrodillé y le empecé a chupar la pija. Le chupaba desde las bolas hasta la cabeza, metía el tronco en mi boca y lo sacaba ensalivado. Lo pajeaba mientras con mi lengua rozaba su glande. La tenía durísima como una piedra.

Seba estaba contra la pared disfrutando mi pete. Hasta que me hizo parar, y me apoyó contra la puerta. Él se puso atrás mio. Con sus manos recorrió todo mi cuerpo, desde mis tetas hasta mis muslos.

Se detuvo en mi concha y empezó a pajearme fuerte mientas con la otra mano me tocaba las tetas. Yo me mordía los labios para no gritar, pero no podía evitarlo. Él me tapó la boca con su mano, apretándome contra su cuerpo y acelerando la paja en mi conchita.

Sus dedos se fueron mojando con mi propio flujo y los empezó a meter adentro mío. Mis piernas temblaban. De un golpe me dio vuelta y me abrazó. Agarró una de mis piernas y la levantó mientras apuntaba la pija contra mi concha. Largué un suspiro cuando su tronco se fue metiendo hasta que llegó al fondo. Seba la fue sacando de a poco y la empezó a meter, cada vez más fuerte.

Su ritmo empezó a acelerarse. Mi cuerpo golpeaba contra la puerta evidenciando lo que pasaba adentro, pero ninguno de los dos estaba en condiciones de pensar en eso. Estábamos re calientes. Empezó a besarme el cuello, mordía mis orejas; mientras me garchaba y se agarraba a mí apretándome el culo.

Cuando no aguanté más estar parada sobre una pierna, me di vuelta. Puse mis manos sobre la puerta y doblé mi espalda. Seba me agarró de la cintura y me la clavó de una. Con todas sus fuerzas empujaba mi cuerpo contra el suyo para que su pija se enterrara. "Ay si que bien que me cogés dale seguí", le susurraba mientras él me daba como un animal.

Me di vuelta y lo senté en el inodoro. Lo tiré contra la pared y me senté arriba. Lo empecé a cabalgar con fuerza, con la pija enterrada, moviéndome para todos lados. No paré hasta acabar.

Me frené un poco para recuperar fuerzas, pero cuando me disponía a seguir garchando, Seba se sacó el forro y vi como su pija chorreaba semen. Lo había hecho acabar con la cabalgata. Era increíble como en un polvo tan rápido habíamos llegado al orgasmo los dos, casi al mismo tiempo.

Nos vestimos, y salimos con carpa. Volvimos a la fiesta un rato y luego nos fuimos. Los dos sabíamos en qué terminaba la noche. Tomamos un taxi y yo pensé que encarábamos para un telo, pero resulta que el pibito ahora vive solo. Así que mejor aun, más tiempo para ponerse al día.

Entramos al departamento y nos fuimos derecho a la cama. Ahora fue él quien tomó la iniciativa y me desvistió completa. Me besó desde la boca hasta mis piernas, sin dejar un centímetro de mi cuerpo por recorrer con sus labios y sus manos.

Llegó a mi entrepierna, donde empezó a rozar su lengua. Cada vez que lo hacía me estremecía y no podía evitar moverme. No aguanté y le supliqué que me la chupara. El guacho se hizo el que no escuchó y me lo hizo repetir varias veces, hasta que tuve que gritarle que por favor me la chupara; mientras lo agarraba de los pelos y le clavaba la cara en mi concha. Se debía estar vengando de esos meses donde lo usé de esclavito sexual.

Empezó a mover su lengua despacio, para acelerar de a poco el ritmo. Me chorreaba a mares. Seba juntó un poco de mi flujo con sus dedos y me los metió en la boca. Se los empecé a chupar como si de una pija se tratara.

Mientras, él seguía con su trabajo allá abajo. Con sus dedos mojados por mis flujos y mi saliva, me penetró despacio. Los enterró por completo y empezó a moverlos para arriba y para abajo mientras con su lengua seguía golpeando mi clítoris.

Estaba a punto de acabar, cuando se detuvo y se levantó. Se desvistió y me hizo arrodillar frente a él para que le chupara la pija. No me resistí ni un poco. Me tiré a sus pies y agarrando la pija con una de mis manos le pasé la lengua como si comiera un helado. Luego, me la metí en la boca y lo empecé a pajear con mis labios. Con la otra mano me tocaba la concha que me latía de la calentura.

Estaba con el orgasmo muy cerca, no aguantaba más... Me levanté y lo tiré en la cama. Me puse encima de él, haciendo 69, apoyándole mi concha en su boca mientras yo lo pajeaba. Quería petearlo, pero Seba me estaba chupando la concha con mucha energía y yo estaba al borde del clímax. No podía concentrarme.

Su lengua empezó a explorar por otros lados. sus dedos se fueron a mi cola, su lengua me penetraba la concha. Me relajé y dejé dilatar mi ano para que sus dedos entraran. "Ay siiii" exclamé cuando sentí la puntita abrir mi colita.

Su lengua volvía a golpear mi clítoris a toda velocidad. Un par de veces fueron suficientes para acabar tan fuerte que con mis piernas apreté la cabeza de Seba por varios segundos hasta que me relajé. Me dejé caer en la cama, liberándolo.

Él se levantó y me agarró las piernas. Apuntó su pija y me penetró despacio. Se dejó caer sobre mi y empezó a besarme. Su lengua desesperadamente se metió en mi boca, mientras sus caderas empezaban a moverse enterrándome la pija.

"Sabés que me gustaría hacer", me susurraba mientas despacio sacaba su pija y la metía con fuerza. "Quiero hacerte la cola". Evidentemente, si algo le había quedado pendiente al pibito era romperme el culo. Nunca lo había dejado. Yo con la calentura que tenía no me iba a negar. Además, los dedos me habían dado ganas. "Si me chupás bien la cola, es tuya" le dije entre gemidos.

Se levantó y puso mis piernas a 90° apoyadas sobre sus hombros. Se agarró fuerte de mi y me pegó una garchada animal de esas que mueven toda la cama y te calienta hasta el ruido de los cuerpos chocando con violencia.

Cuando se cansó, la sacó. Me puso en 4 y mientras yo levantaba mi cola. Seba abrió los cachetes de mi cola y dejó caer un poco de saliva. Después, con la lengua lo fue desparramando por todos lados hasta que empezó a hacer fuerza para entrar. Me relajé al sentir la punta de la lengua en mi ano. No podía parar de gemir cada vez que su lengua tocaba mi cola.

Después de dejarme la cola totalmente húmeda, se puso detrás mío y me clavó la pija en la concha, mientras con sus dedos empezó a penetrar mi culo. Metía y sacaba su pija y sus dedos al mismo ritmo.

Yo abrí lo más que pude las piernas y levanté la cola para facilitar la penetración. Cuando estuve bien dilatada, Seba sacó la pija de mi concha y la apoyó en mi ano que latía esperando su pedazo de carne.

Poco a poco fue entrando. No frenó ni la sacó nunca. Fue derecho a penetrarme hasta que sus huevos tocaron mi cuerpo. Me la enterró de una, haciéndome exclamar un "siii" fuerte y prolongado.

Cuando tocó fondo, la sacó y empezó a hacerme el culo con un ritmo cada vez más fuerte y bestial. Yo gritaba desencajada. No podía creer como ese nene tan inocente que casi no sabía ni tocarme la concha ahora estaba haciéndome el orto de manera excelente.

Después de un rato la sacó. Se levantó y volvió con un frasquito de lubricante. Al parecer, tenía la idea de seguir taladrándome el culo largo rato. Se embardunó la pija y volvió a metermela. Después de un rato, me dio vuelta. Me acostó boca arriba y levantó mis piernas. Otra vez, llenó de lubricante su pija, la refregó por mi culo y la mandó de una.

Yo aproveché la posición para tocarme la concha y pajearme. Seba me ayudó con sus dedos, y los fue metiendo en mi concha. "Te gusta que te la metan por los dos lados?", me preguntó. "Si me encanta" le respondí sin dejar de tocarme. Despacio, sacó la pija de mi culo y se fue. Cuando volvió, en sus manos traía un consolador.

- Y eso?- le pregunté.
- Un consolador... para hacer lo que a vos te gusta
- Y qué hacés vos con un consolador en tu casa???
- Con mi novia lo usamos. A ella también le gusta. - Me quedé helada. En verdad, esa confesión me la secó un poco.
- Tenés novia??
- Si. No te vas a venir a preocupar por eso ahora, no? - me dijo mientras otra vez, apoyaba su pija en mi culo y me la enterraba
- Nooo..ooooohhhaaaahhhhh- no pude terminar de decir la frase.

Empezó a culearme nuevamente, mientras ahora el consolador rozaba mi concha. Lo lubricó con mis propios flujos y me lo fue enterrando de a poco. No era largo, pero si muy ancho. Me abría en dos, y me encantaba.

Sentía como se chocaban la pija de Seba en mi cola con el consolador en mi concha. Apoyé mi mano en mi clítoris, la moví un par de veces y exploté de nuevo. El consolador se deslizaba cada vez con mayor facilidad gracias a los flujos que largaba a mares de mi concha.

"Mirá", me dijo Seba sacando el juguetito de adentro mío. Estaba chorreando. Sacó la pija de mi cola y se me tiró encima. Se sacó el forro para cambiárselo, y yo aproveché para chupársela.

Se la agarré desesperada y me la enterré en la boca hasta que me chocó contra la garganta. Me daban arcadas pero me la aguantaba un rato, después la sacaba ensalivada y la pajeaba.

Antes de seguir cogiéndome, me abrió las piernas y me la chupó con unas ganas y una fuerza que estuvo a punto de hacerme acabar. Se frenó justo. Puso mis piernas en sus hombros y otra vez, me garchó como un animal.

Su pija era bastante mas angosta que el consolador, así que entró y se movió muy fácil adentro mío. Pero igual, sentía como la punta de la pija golpeaba con fuerza y eso me tenía loca.

Lo hice frenar y lo acosté en la cama. Ahora era mi turno. Agarré una colita del pelo que se me había salido y me lo até arriba de mi cabeza. Agarré su pija, y le chupé las bolas un rato. Después, me senté arriba. Empecé a cabalgarlo, primero moviéndome con la pija enterrada y después levantando mis caderas para arriba y para abajo.

De golpe me agarró fuerte de la cola y empezó a levantar él sus caderas a toda velocidad. Parecía que iba salir volando. Cuando se detuvo, me dejé caer sobre su cuerpo con la respiración aún agitada. "Que aguante tenés pendejito eh...". Lo que había mejorado era impresionante.

Me fui moviendo, siempre con la pija enterrada, hasta darme vuelta y quedarme de espaldas. Me tiré para adelante y le dejé la imagen de mi cola levantándose y haciendo desaparecer su pija. Largó un suspiro de aprobación, mientras con sus manos agarraba fuerte mis nalgas. Me pegaba chirlos suavecitos para incitarme a hacerlo más fuerte.

"Que lindas caricias", le dije en tono sarcástico. "Querés más fuerte?", me respondió pegándome. "Mmm más!!" le gritaba. Y me volvía a pegar. Yo iba acelerando a medida que él me pegaba con más fuerza. "Aayyy siii!! más fuerte dale!" le gritaba. "Dale pendejo haceme mierda dale". Yo estaba con el cuerpo recto, mi cola totalmente llena de dedos y moviéndome cada vez más rápido. Tan rápido que se salió la pija en un movimiento.

Me volví a dar vuelta, y me puse de frente otra vez, cabalgando la pija de Seba. Seguí cogiéndolo, mientras él buscaba el consolador. "Te animás esto en la cola?" me dijo. Obvio que me animaba, pero no así. Era muy ancho y no estaba muy dilatada.

Le dije que me empezara a acostumbrar con el dedo. Me agarró fuerte de la cola y con sus manos fue escarbando hasta llegar a mi ano. Ahí, de a poco, lo fue metiendo. Yo cerré mis ojos y me seguí moviendo con su pija clavada.

No tardé en acabar otra vez más. Me levanté y solita me puse en 4 para que metiera el juguetito. Volvió a comerme la cola, como solo lo puede hacer alguien que disfruta de eso. Me terminó metiendo 4 dedos en la cola. Yo explotaba.

Agarró el consolador y lo lubricó. Lo apoyó en mi ano y empujó hasta abrirlo por completo. "AAAhhh despacio!!", le grité. "Levantá bien el culo", me dijo mientras me agarraba de mis caderas. Creo que no llegó a meter ni la mitad que le pedí que frenara porque sentía que me desgarraba.

"Mi novia no se banca ni la punta por la colita", decía mientras lo movía dentro mío. "Dejá de hablar de tu novia boludo y cogeme!" le grité desencajada y re caliente nuevamente. Me acomodé con la cabeza contra la almohada y la cola bien arriba.

Apuntó la pija en mi concha y me penetró, dejando el consolador enterrado en mi colita. "uhh está re apretado, no aguanto más!" gritó Seba mientras trataba de controlar sus penetraciones. Menos mal, dije para mi, porque yo tampoco estaba soportando mucho más. Sacó el consolador, me agarró fuerte del pelo tirándome la cabeza para atrás y me pegó una cogida como dos perritos en celo.

Unos segundos con ese ritmo y sacó la pija bañándome la espalda de leche. Cuando sentí el latigazo caliente, me dejé caer exhausta. Seba se puso al lado mío y empezó a tocarme de nuevo. "Queres que te la chupe así acabás de nuevo?", me dijo.

Se había vuelto un vicioso de mierda, pero lo bien que lo hacía el pendejo. Me dejó muerta. "Que terrible te volviste... me encanta!", le dije sorprendida. Le pedí que me dejara descansar. Me levanté y me fui a limpiar.

Cuando volví, le dije de todo por no avisarme que tenía novia. Pero como para hacerme un poco la difícil, porque la verdad no me sentí ni un poco culpable, y menos después de la terrible garchada que me había pegado.

Al rato estaba él chupándome la concha con el consolador clavado hasta el fondo. En menos de 5 minutos exploté nuevamente. Ahí si, dije basta.

Me ardía la concha y sentía el culo abierto en dos. Me quedé un rato para recuperarme porque me costaba caminar. Después me levanté y me fui en taxi a mi casa a pesar de la insistencia de Seba que me quedara más tiempo.

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