GIFs / Talkies (+relato cornudo)

Un viernes de septiembre del año 2023, debido a una actualización de sistema no programada, pude retirarme un par de horas antes de mi trabajo. Como mi esposa no debía estar en casa aún, fui apurado para aprovechar el tiempo a solas y ver un poco de porno tranquilo.
Al entrar en casa escuché un sonido similar a un gemido en el cuarto que utilizamos como biblioteca, por lo que rápidamente pasaron mil ideas por mi cabeza. Decidí acercarme en silencio hasta la puerta para ver qué pasaba ahí. La sorpresa fue grande aunque no era lo que me imaginaba. Mi esposa, María, estaba sentada en el sillón viendo videos condicionados en mi notebook. Estas prácticas no eran secreto entre nosotros, pero últimamente yo venía fantaseando con la temática cuckold y tríos, y esas eran las escenas que ella seguía en ese momento desde mi historial de navegación.

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Permanecí sigiloso para ver su reacción, y gratamente lo que siguió me dejó boquiabierto; ella se comenzaba a tocar por encima de la ropa para luego recostarse y masturbarse frenéticamente. Corrió sus prendas a un lado y apretaba los pechos con fuerza con una mano, mientras con la otra se acariciaba el clítoris como si fueran las manos de algún amante que la tenía al borde del orgasmo. Finalmente llegó a su punto culminante con un estruendoso gemido en concordancia con los sonidos de la película que veía.

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No quería asustarla ni avergonzarla, entonces lo mejor que podía hacer era salir unos minutos de la casa y entrar nuevamente como si recién hubiera llegado. Eso hice, mientras ella estaba tendida, como en sedada, en el sillón.
Lo difícil iba a ser disimular mi erección al regresar, pero bueno, la excusa podía ser que venía pensando en ella, lo cual era bastante cierto. Pero por suerte al entrar, María se estaba bañando. Saludé desde fuera del baño y ella me respondió algo agitada, y como la puerta estaba entreabierta pude apreciar que nuevamente se estaba autosatisfaciendo. Yo ya no daba más. Saqué de la cómoda un par de juguetes y los puse en la cama para que pueda ver mis intenciones al salir de la ducha. Al parecer ella seguía tan caliente que al ver el dildo y el dilatador anal se abalanzó sobre mí y me besó con una pasión que hacía tiempo no mostraba.

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En ese momento de tanto placer, no sé bien por qué, pero no pude contenerme y le dije:
–Te vi tocándote en el baño... ¿Con quién fantaseabas?

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María apenas se ruborizó, se dirigió a la cama, tomó el dildo y jugando sensualmente con voz de chica mala me respondió:
–Mis fantasías siempre pasan por mis tetas. A veces me imagino cómo son acariciadas, otras veces en hacer una paja con ellas, pero la mayoría de las veces pienso en cómo me gusta que me las chupen.

cuckold
Yo ya no podía pensar bien, sólo me dejaba llevar por el deseo. Entonces le pregunté:
–¿Te gustaría que seamos dos los que te las chupemos?
Ella me contestó con una mirada lujuriosa y se recostó en la cama abriendo las piernas como invitación a un coito desenfrenado. Y mientras me acercaba a ella la escuché susurrar:
–Por los videos que vi en tu compu, me parece que a vos te gustaría que me coja alguien más.
Ese fue el detonante para que me arroje encima de ella y la penetre como desquiciado, jadeando y al límite de todo. Pero tenía que animarme a un poco más, ya no había vuelta atrás:
–La verdad, me encantaría verte culiando como una estrella porno. O ver que alguien te haga la colita mientras vos me chupás la pija. ¿A vos no te gustaría coger con alguien más?
No esperaba su devolución:
–¡Me encantaría que me cojan tus amigos del trabajo!
–¿Martín y Juan?
–Sí –respondió avergonzada.
–Y... ¿Qué harías con ellos?
–No sé... Pajearlos para que acaben en mis tetas.

cornudo
Inmediatamente exploté en un tremendo orgasmo llenándole la concha de semen.
Ella ya tuvo sus acabadas previas por lo que aún le faltaba un poco más de acción. Me tomó del cabello y prácticamente me obligó a que le haga sexo oral. Era tan fuerte ese momento que no importaba nada más y comencé a lamerla desde el culo hasta el clítoris mientras brotaba mi semen de su vulva. Esto fue lo que ella necesitaba para alcanzar el clímax y gritar:
–¡Ahhhh! ¡Qué puta me siento amor! ¡Y quiero más!
Sin dudas ese había sido uno de los momentos más fuertes de nuestra vida sexual como pareja.
Luego de un tiempo callados, acostados a la par, ella intentó dar alguna explicación, pero no permití que se reprima y le mentí:
–Con Juan y Martín, alguna vez hablamos de vos y me dijeron que soy muy afortunado de tener una mujer tan sensual.
–¿En serio?
–Sí. Yo vengo fantaseando con esto hace un tiempo. Y bueno, les hablé un poco de vos como tanteando.
La realidad es que, sin que ellos se dieran cuenta, los escuché decir que María estaba para darle por horas.
–Ay, me vas a hacer calentar de nuevo –susurró María.
–¿Querés que hable con ellos para que arreglemos algo?
–¡No! No me animaría nunca.
No quise insistir, pero tenía la sensación de que a María la simple idea la ponía caliente de más.
Esa semana tuvimos largas sesiones de sexo y en todas salía el tema de mis amigos. Hasta que en un momento de descanso, recostados desnudos y abrazados, María se sinceró:
–Ya venimos fantaseando mucho con este asunto y sí, me calienta mucho, pero si no lo vamos a hacer prefiero que no sigamos poniendo a tus amigos en mi cabeza.
–Entonces lo hagamos, yo no me voy a poner celoso, estoy seguro que nos amamos y esto sería sólo sexo. Me parece que a esta altura ya lo necesitamos los dos.
–Sí, si de verdad no te molesta, yo quiero acostarme con ellos.
En ese momento ella me acariciaba el pene con ternura y yo no pude frenar una eyaculación súbita de escucharla aceptar la propuesta.
Unos días después todo estaba arreglado, no fue para nada difícil convencer a mis amigos. La única condición de María era que ellos lleguen unos minutos antes a mi casa y yo un poco después, de forma de no inhibirla.
Todo quedó arreglado para un viernes, ya de octubre. Juan y Martín salieron del trabajo camino a mi casa y yo con pretexto de tareas pendientes iba a salir media hora más tarde. Pero como siempre, un imprevisto alteró mis planes y no pude salir en el horario previsto.
Al llegar a mi casa casi dos horas después de lo planeado, mis compañeros ya estaban saliendo en el auto de Juan. Al verme me saludaron muy contentos:
–Tu esposa es una diosa –dijo Martín–. ¡Muchas gracias amigo!
–Estamos para cuando quieran de nuevo amigo –agregó Juan mientras comenzaba a acelerar su vehículo.
Me apuré a ingresar y al llegar al living, el fuerte olor a sexo y la escena general me obnubilaron, la ropa interior de María desparramada alrededor del sillón, un ramo de flores y bombones en la mesa ratona, y ella tirada desnuda, rebosando semen por su boca, viendo los últimos instantes de la penetración de Juan en su celular. Me había perdido todo lo que pasó en ese lugar, pero lo que me imaginaba me bastaba para poner mi pene erecto como sólo debe haber estado en mi primera vez.
María se levantó, me tomó de la mano y comenzó a contarme todo lo sucedido mientras me guiaba hasta nuestro cuarto.

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Cuando se acercaba la hora del encuentro con mis amigos, ella se duchó, se preparó para el sexo anal con la bomba dilatadora, se perfumó y se puso una lencería sexy, luego se iba a poner un vestido corto y escotado pero estaba tan nerviosa que pensó que para romper el hielo más rápido, y no arrepentirse, los iba a recibir como estaba.

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Cuando los chicos llegaron no podían creer lo que veían, pero gracias a eso, todo fue bastante más sencillo después.

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María los llevó al living, se sentó en el sillón y los invitó a que hagan lo mismo, uno a cada lado.
Ellos no la hicieron esperar, y aunque nerviosos, la besaron y acariciaron con mucha suavidad, lo que hizo que ella se sienta rápidamente excitada.
Unos minutos después Martín le quitó el sostén y automáticamente ambos se dirigieron a sus pechos, como yo les había recomendado en una charla previa. Ella estaba en la gloria cuando Juan acercó su mano a su entrepierna y la hizo acabar por primera vez con el simple roce por encima de su tanga, que en ese momento estaba empapada de flujos vaginales.

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Ahora la excitación los poseía a los tres. María totalmente liberada se entregó para que mis amigas la manoseen, la besen y la laman como les parezca. En todo ese juego Ella alcanzó dos orgasmos más.

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Luego de eso María los hizo ponerse de pie y los desnudo y besó por entero a cada uno mientras ellos la observaban con deseo. Finalmente bajó y se deleitó con sus miembros como lo haría una ninfómana, que era en lo que se estaba convirtiendo. Sentía el latir de esos falos calientes y húmedos en sus manos y fantaseaba con verme entrar a la casa y que la vea en esa posición.

cuckold
Unos momentos después Juan la acomodó para penetrarla mientras Martín se recostaba para seguir disfrutando esa mamada que mi esposa le estaba obsequiando. Al sentir la verga ingresando con firmeza en su vagina, ella entró en trance, como poseída les dijo:
–¡Qué ricas son sus pijas chicos! Quiero sentirlas por todos lados. Denme duro hasta que no puedan más...

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Mientras María tenía un nuevo orgasmo, les pidió entre gemidos que le hagan la cola. Como Juan ya estaba por acabar, cambiaron de posición y Martín la ensartó luego de lamerle el culo para lubricarla bien. Ella ya estaba lista desde temprano para eso y ahora empezaba a sentir la curiosidad de cómo sería dar un paso más y probar la doble penetración.

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María sabía que esto iba a terminar en cualquier momento, su cuerpo ya no rendía mucho más, por eso les pidió:
–Quiero sentir una pija en el culo y la otra en la concha y que me tiren toda la lechita ahí.
Mis compañeros se acomodaron rápidamente. Martín continuó taladrando el orto de María y Juan hizo lo propio por la vagina. Los alaridos de mi esposa los llevó al límite:
–¡Sí! Rompanme toda. Soy una puta que quiere sentir toda su acabada adentro.

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Martín eyaculó bestialmente dentro del culo de María que, al sentir ese fluido caliente en su entrañas, cayó en cuenta que yo me estaba perdiendo ese majestuoso show. Tomó su teléfono, activó la cámara y se lo dio a Martín, ya desocupado, para que grabe aunque sea los últimos minutos de ese encuentro y así yo pueda constatar lo salvaje que podía ser mi esposa.
Finalmente Juan la hizo acabar por enésima vez cuando la volvió a clavar despiadadamente antes de tener su orgasmo también.
María, todavía llevada por el descontrol, los acercó, los besó, les limpió las vergas con sus labios y se tiró en el sillón a esperarme. Los chicos se cambiaron y se fueron alabándola por ser una mujer excepcional.
Unos minutos después entré a casa.
Luego de todo ese relato, yo sentía la pija explotar en mis pantalones, por eso cuando me mostró la leche que le brotaba por el culo, la sujeté con fuerza y saqué mi pene como pude para enterrarlo con vehemencia en su ano que estaba tan abierto que no ofreció ninguna resistencia gracias a la gran lubricación, aún tibia, que había dejado mi amigo. Exploté casi de inmediato gimiéndole:
–¿Te gustó la leche de mi amigo en tu culito?
–Sí, la próxima vez quiero que los tres acaben ahí.

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