El calor estaba presente esa noche en Buenos Aires, se sentía con más fuerza al estar con mi mejor amigo, entre oscuridad y luces tenues, sonreíamos y de a poco nos perdíamos en nuestras palabras. El ambiente vibraba con nuestros aromas corporales calentados por el clima. Tal vez, por nuestras mentes rondaba el recuerdo de aquella vez que rozamos nuestros cuerpos, pero sin llegar a concretar nada específico.
Su mirada estaba fija en mis labios mientras hablaba, y lo sentía en su rostro, completamente hipnotizado por mí. Podía sentirse la atracción, su torso se pegaba cada vez al mío. El tiempo estaba paralizado en nuestras percepciones.
De pronto, su rostro quedó a centímetros de mi persona. Sus ojos brillaban, parecían destellar. Pude ver en sus pupilas como él me imaginaba El deseo surgió entre nosotros, el mundo giraba solo en torno a los dos. Yo era el reflejo de sus pensamientos, y el deseo nos consumía, volviéndonos uno solo.
Los roces de nuestras manos nos llevaron rápidamente a la desnudez, y la tensión entre nuestros cuerpos se volvió insoportable. La respiración entrecortada lo decía todo. Su saliva me incendiaba, y mi boca se convirtió en el refugio de su deseo.
Mi cuerpo entre sus piernas, nuestras respiraciones agitadas, el sudor dándole color y aroma a nuestra conexión y confirmando que no nacimos para ser amigos.
Su mirada estaba fija en mis labios mientras hablaba, y lo sentía en su rostro, completamente hipnotizado por mí. Podía sentirse la atracción, su torso se pegaba cada vez al mío. El tiempo estaba paralizado en nuestras percepciones.
De pronto, su rostro quedó a centímetros de mi persona. Sus ojos brillaban, parecían destellar. Pude ver en sus pupilas como él me imaginaba El deseo surgió entre nosotros, el mundo giraba solo en torno a los dos. Yo era el reflejo de sus pensamientos, y el deseo nos consumía, volviéndonos uno solo.
Los roces de nuestras manos nos llevaron rápidamente a la desnudez, y la tensión entre nuestros cuerpos se volvió insoportable. La respiración entrecortada lo decía todo. Su saliva me incendiaba, y mi boca se convirtió en el refugio de su deseo.
Mi cuerpo entre sus piernas, nuestras respiraciones agitadas, el sudor dándole color y aroma a nuestra conexión y confirmando que no nacimos para ser amigos.
2 comentários - Explorando lo prohibido con mi amigo